Amadeo González Triviño
Muchos son los temas que concitan permanentemente nuestro quehacer de estudio y análisis en la forma como se impacta a las comunidades con noticias, informaciones o declaraciones, que conllevan situaciones generadoras de inestabilidad que nos afectan y nos preocupan, las cuales aparentemente son intrascendentes pero que, dejan huella más allá de la realidad del mundo que nos rodea.
Una amenaza de invasión por parte del coloso del norte, con la premisa de querer exterminar a los productores de cocaína, no puede ser parte de un modelo, donde se pretenda acabar con su consumo, sin hacer gestión alguna para combatir el negocio del narcotráfico dentro de su propia patria y proteger la economía ilícita y los mercados financieros que ello representa, como sucede en el país del Norte. Mientras esto se omite, se propone a cambio acabar con la soberanía e invadir un pueblo, exterminar sus comunidades y bajo el pretexto de patria global y de defensa de sus gentes, masacrar como ya lo ha hecho en otras latitudes con el apoyo incluso de quienes se dicen lideres de la derecha colombiana y de las mismas instituciones que guardan silencio de este panorama triste que se nos avecina.
Y dentro del contexto de la forma de hacer política a nivel nacional, nos enfrentamos entonces al hecho de que el Consejo Nacional Electoral, viene dejando entrever una posición ideológica sesgada hacia la forma de contrariar los preceptos constitucionales y legales sobre los partidos políticos y de persecución contra aquellos que puedan tener un modelo, una visión y unos objetivos contrarios a los de los partidos tradicionales y por consiguiente, en esa amalgama de componendas, hoy contemos con 35 movimientos reconocidos como Partidos Políticos, que no se ocupan de los fines o de los objetivos o misión de sus partidos, sino que son el alimento y sustento de lo que es la polarización y la agudización del conflicto social y político que se vive, por cuanto, no tienen una orientación hacia la consolidación de la democracia, sino que hacen parte del imperioso concepto “divide y reinarás”, para que unos pocos se mantengan en el poder y usufructúen todos sus beneficios, como ha sucedido desde hace más de doscientos años en la vida republicana que llevamos.
En ese orden de ideas, y como reiterando la teoría en el sentido de que quien no conoce la historia, está obligado a repetirla, se nos ha ocurrido aprovechar la lectura del texto “Cronograma de una Guerra de mil días y mil noches” del escritor Juan Manuel Jaramillo, donde se busca una forma de aproximación a la violencia que hemos vivido, las formas de solución que se han dado, las amnistías, indultos y formas de reparación para los actores del conflicto, sumado al hecho de los asesinatos que se presentan luego de la dejación de las armas, en una historia que parece que se repitiera a diario y que se proyectara durante toda la existencia especialmente aquí en Colombia, donde no hemos aprendido a convivir, no hemos conocido la paz y sabemos y entendemos que el mejor negocio que ha enriquecido a más de uno, ha sido la guerra y después de ella, seguir fomentando esta economía de la violencia, como se vive actualmente y se proyecta por muchos años más, con tristeza y pérdida de esperanzas para quienes hemos conocido sus secuelas.
Y entonces es cuando entendemos cómo la politiquería, la corrupción, la falta de información cierta y verdadera, son los grandes detonantes de nuestro malestar social y la forma como nos hemos de enfrentar a un gran dilema de nunca acabar, cuando no hemos comprendido que la PAZ TOTAL, es la única alternativa para sobrevivir y luchar por la mejor forma de vivir en la senectud. Entonces vienen los interrogantes: ¿Y ahora qué? Nos humillamos, nos dejamos invadir, nos dejamos desterrar o alzamos la voz y nos unimos en un solo frente, para silenciar a los que han aprovechado de nuestra docilidad como esclavos y siervos que hemos sido del coloso del Norte, o nos levantamos buscando independencia y dando la lucha como se corresponde con el hombre que quiere y anhela la libertad y reconoce el valor de su patria.








