La sociedad neivana se encuentra conmovida por el repudiable acto terrorista perpetrado en las horas de la madrugada del lunes anterior, contra el supermercado Surtiplaza que han venido incrementando su accionar criminal en nuestro departamento desde que se posesionó el actual primer mandatario de los colombianos, producto del debilitamiento progresivo a que han presentado los organismos de seguridad del Estado en todo el país. Lo anterior se ha vuelto un escenario propicio para se fortalezca su accionar delincuencial. Afortunadamente no se presentaron afectaciones a las personas que a esta hora circulaban por la carrera primera del barrio Cándido. Es una afrenta contra las instituciones democráticas del Estado, que todavía continúan amenazadas por las organizaciones subversivas que se resisten a incorporarse a la civilidad colombiana. Fue un atentando infame, con la grave y cruel meticulosidad de presionar el pago de vacunas al sector empresarial de la región, para seguir presionándolos para financiar sus actividades ilícitas. El gobierno nacional, se encuentra desentendido de lo que ocurre en las regiones. Solo está pensando en generar movilizaciones sociales y protestas para que le aplaudan su retórica barata, llena de odios e incrementar la polarización política, mediante la utilización de estrategias electorales, que le permitan a los movimientos afectos al ejecutivo ganar nuevamente la presidencia y aumentar las curules al congreso en las elecciones del 2026.
Estos instrumentos utilizados están siendo rechazados totalmente por la opinión pública. Solo se lo creen los sectores afectos a su gobernanza. Podemos inferir que, en las próximas elecciones, les van a pasar factura por dichos exabruptos que tienen hastiados a los diferentes sectores sociales y económicos del país. Ya no aguantan más violencia terrorista. Hay que salvaguardar las instituciones democráticas y velar para que se siga conservando la paz, la tranquilidad y el dinamismo económico que se ha venido deteriorando desde hace dos años y medio. La sociedad colombiana está pendiente de los efectos nefastos que se lleguen a presentar en las ciudades durante el desarrollo de la huelga convocada por el propio presidente Gustavo Petro Urrego, para estructurar sus estrategias electorales, sin interesarle el futuro de Colombia, que va de mal en peor.
Se deben redoblar esfuerzos interinstitucionales que, junto con la solidaridad ciudadana, deben contribuir para dar con el paradero de los responsables de este atroz hecho criminal. Todos entendemos que estos ataques son para afectar el bienestar general de toda la sociedad, porque, sea quien sea, nadie debería estar expuesto a estos actos terroristas a manos de aquellos que no quieren que este país tenga días de paz y de quienes, por los intereses, la filosofía, la venganza, los brazaletes que sean, se atreven a semejante bestialidad contra el sector empresarial, que es el mayor generador de empleo y de riqueza.
