La violencia de género sigue siendo uno de los mayores flagelos en Colombia, afectando a miles de mujeres, niños y niñas en todo el territorio nacional. Según el último informe del Instituto Nacional de Salud (INS), en lo que va de 2024 se han reportado más de 66,000 casos de violencia de género, de los cuales un alarmante 75,6% corresponde a mujeres. Este fenómeno no solo es un problema social, sino también una grave crisis de salud pública, que pone en riesgo la vida y bienestar de las víctimas, especialmente en áreas vulnerables.
Lo más preocupante es que este fenómeno tiene profundas implicaciones en la salud mental y física de las mujeres, quienes, al sufrir violencia, enfrentan mayores riesgos de padecer enfermedades relacionadas con su salud mental, y dificultades para acceder a los servicios de salud que requieren. Además, el aislamiento de muchas víctimas y la falta de atención adecuada perpetúan un ciclo de sufrimiento que no debe continuar.
El llamado a la acción es claro: necesitamos una postura firme y una tolerancia cero frente a cualquier forma de violencia. No solo se requiere una respuesta del Estado, sino de la sociedad en su conjunto, incluidos los medios de comunicación, las autoridades y los ciudadanos. El rol de los medios de comunicación es esencial en la construcción de una cultura de respeto y en la forma en que informan sobre estos casos. Las pautas para el manejo ético y responsable de la información sobre violencia de género, como las proporcionadas por el Observatorio Nacional de Salud, son fundamentales para evitar la revictimización y la perpetuación de estereotipos machistas.
Colombia necesita no solo sancionar a los agresores, sino también prevenir la violencia a través de la educación, la sensibilización y el fortalecimiento de los mecanismos de protección a las víctimas. La violencia de género no debe ser considerada un problema aislado, sino un reto colectivo que requiere la colaboración de todos los sectores para erradicarla de nuestras comunidades.
