Diario del Huila

¿Utopía o Necesidad Estratégica?

May 27, 2025

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Por: Felipe Rodríguez Espinel

La propuesta del presidente Petro de reunificar la Gran Colombia ha despertado tanto admiración como escepticismo en el panorama político regional. Esta iniciativa, presentada durante su asistencia a la posesión del presidente ecuatoriano, merece un análisis más allá de las etiquetas simplistas de romántica o imposible.

La región sufre bloqueos económicos, fraudes electorales y amenazas a la soberanía, como evidencian los casos de Venezuela, Ecuador y las tensiones en torno al Canal de Panamá. La fragmentación política y económica de América Latina ha permitido que potencias extrarregionales aumenten su influencia, mientras los países latinoamericanos pierden relevancia en el escenario global. Colombia, aunque se posiciona como el país latinoamericano con mejor desempeño económico en 2025, no puede enfrentar sola los desafíos regionales.

Esta propuesta de Petro incluye elementos innovadores que trascienden la nostalgia histórica. La creación de una ciudadanía común, una moneda virtual compartida y un parlamento regional no son conceptos utópicos; son mecanismos que la Unión Europea ha implementado exitosamente. La integración regional aprovecha las complementariedades de distintas economías y ayuda a promover dinámicas de competitividad y productividad, reduciendo la dependencia de exportaciones de materias primas.

Los cuatro países propuestos poseen recursos complementarios como el petróleo venezolano, la biodiversidad colombiana, la posición estratégica de Panamá y el potencial agrícola ecuatoriano. Coordinar estos recursos bajo una estrategia común podría generar sinergias significativas, pero el argumento geopolítico más sólido radica en el posicionamiento estratégico.

Sin embargo, la viabilidad de esta propuesta enfrenta desafíos considerables. La Gran Colombia original se disolvió por diferencias políticas, así como por tensiones regionales, problemas que persisten. Venezuela atraviesa una crisis política y económica profunda, Ecuador enfrenta altos niveles de violencia, y Panamá mantiene vínculos estrechos con Estados Unidos por el Canal.

Para Colombia, lo planteado tiene implicaciones internas importantes, pues estas iniciativas podrían complicar las relaciones con Estados Unidos en un momento delicado. El gobierno a reafirmado su compromiso con la integración regional en otros espacios como el Proyecto Mesoamérica, demostrando que existen alternativas menos ambiciosas pero más viables.

Esta idea, más allá de su factibilidad inmediata, plantea interrogantes importantes sobre el futuro de América Latina. El proceso de independencias fue un motivo de unidad por los ideales de libertad y soberanía, y esos ideales mantienen relevancia en un contexto global complejo. En lugar de descartar completamente la iniciativa, sería más productivo enfocarla gradualmente. Comenzar con acuerdos bilaterales específicos en áreas como conectividad energética, cooperación contra el crimen organizado y armonización educativa podría generar confianza y experiencia para proyectos más ambiciosos.

Nuestra historia demuestra que la integración regional no es solo un ideal romántico, sino una necesidad estratégica. La pregunta no es si la Gran Colombia de Petro se materializará exactamente como la propone, sino si los países de la región encontrarán formas efectivas de cooperar antes que las oportunidades se desvanezcan en la reconfiguración del orden mundial. El sueño bolivariano merece una oportunidad, pero debe construirse sobre cimientos pragmáticos, no solo sobre la retórica de la unidad latinoamericana.

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