Por: Yamid Sanabria
Tuve la oportunidad de escuchar la visión de Raúl Montealegre, el reconocido empresario turístico de la famosa Mano del Gigante, que busca posicionar el Huila como un referente nacional de “visita obligada”; donde el mayor reto es unificar en una sola voz un sector con un potencial en ascenso.
La ruta turística para muchos empieza en el desierto de la Tatacoa y termina en el parque arqueológico de San Agustín, pero en la práctica hay más de 2.000 emprendedores apostándole al desarrollo de estrategias para vender una experiencia que genere confort y dinamismo de la economía local, porque no se trata solo del hotel o el restaurante, es todo un sistema productivo que se beneficia de recursos foráneos.
Según el DANE el total nacional en el trimestre móvil noviembre 2024 – enero 2025 la proporción de personas ocupadas informales fue 56,0%; en el cual, Neiva como ciudad capital se encuentra en el 50,4 %; es decir que ante la reducida industria o llegada de nuevas empresas, el turismo podría permitir nuevas inversiones en obras de infraestructura; nuevas rutas de transporte, en la que requerimos urgente una nueva aerolínea con precios más asequibles; mayores intercambios culturales; entre otros que se traducen en empleabilidad, por supuesto en procura de la formalización laboral.
Raúl me contaba una experiencia en sus viajes al exterior, “¿sabes por que es tan importante el clásico Real Madrid Vs Barcelona?”, y yo de inmediato me remití a los tiempos de Ronaldo y Messi por su fútbol, pero él lo resumió en algo contundente “ambos colocan a España como un destino turístico obligatorio por su connotación, es decir el deporte es un vehículo”, y hacia allá debe girar la idea de vender el Huila en su conjunto, no solo como empresas turísticas individuales, sino como una ruta estratégica de riqueza natural; en la cual es clave la asociatividad del sector privado, la promoción del sector público y la conservación ambiental de la sociedad civil.
Finalmente, entramos en semana santa, una época dedicada a la reflexión para quienes compartimos la creencia religiosa; una perfecta oportunidad para recorrer nuestro departamento, y ser conscientes de los gigantes que somos cuando lo asumimos, pero en especial cuando trabajamos en equipo.








