Por: Yamid Sanabria
La falta de medicamentos para pacientes psiquiátricos es una violacion flagrante a derechos fundamentales, así como el reflejo de un sistema en declive que acrecienta los problemas de salud mental en el país. La prevención, promoción y atención deberían ser niveles complementarios en función de garantizar el bienestar integral, pero en la práctica todos presentan fallas estructurales.
El caso de Libardo, un paciente con evidentes problemas psiquiátricos llamó la atención esta semana en Neiva, dado a la falta del medicamento metadona de 10 mg, usado para el alivio del dolor y tratamiento de adiccion a apioides, que ante la falta de entrega por parte de la Nueva EPS a través de Colsubsidio ha recurrido a la automedicación con otros componentes que le permitan reducir en algo la ansiedad y regular el sueño; una lamentable situación que padecen miles de personas ante la débil respuesta institucional.
La atención suele ser el nivel de salud más precarizado, y además el más costoso para el sistema de salud, pero ocurre en gran parte de los casos por una deficiente prevención y promoción. En cuanto a prevención, la falta de intervenciones con programas de manejo de estrés en escuelas, lugares de trabajo o espacios comunitarios conducen a lo no identificación temprana y tratamiento oportuno para evitar que los problemas se agraven; y es inevitable que ante la ausencia de procesos pedagógicos continuos se pueda lograr una reducción del impacto de problemas ya existentes para rehabilitación, así como evitar decaídas normales en todo proceso.
Por otra parte, en materia de promoción es clave fortalecer entornos protectores para recuperar temas cruciales como resiliencia, autoestima, redes de apoyo, entornos seguros, educación emocional, entre otros; y aunque muchas personas subvaloren estas acciones por considerarlas “débiles” o de “cristal”, tal vez cuando toque a las puertas de hogares, instituciones educativas, puestos de trabajo, espacios públicos, entre otros; puede ser demasiado tarde.
Finalmente, tenemos un sistema en disputa, por un lado, con el gobierno sin infraestructura para un nuevo modelo estatal que pueda entrar en funcionamiento de manera oportuna y por otro las EPS intervenidas por los malos manejos financieros, mientras que pacientes como Libardo viven un infierno interno que no se resuelve con indignación en redes sociales, sino que requiere acciones gubernamentales de fondo. Nos queda el activismo ciudadano, recuerden que todos podemos hablar de salud mental.








