Por: Carlos Tobar
El miserabilismo con el que las élites gobernantes manejan la ciudad queda al desnudo en dos hechos recientes: el convenio de la gobernación del Huila y la alcaldía de Neiva para recuperar el estadio de futbol Plazas Alcid y el (enésimo) contrato celebrado para rehabilitar las zonas verdes de la carrera 7ª también celebrado entre las dos entidades públicas.
En una urbe que hace rato perdió el rumbo, con mil necesidades vitales insatisfechas, donde muchos ciudadanos no encuentran un camino cierto para su proyecto de vida que se anuncie el gasto de recursos escasos en inversiones no prioritarias, da la medida de los gobernantes que tenemos.
Ya perdimos la cuenta de las veces en que distintas administraciones municipales han invertido recursos en la rehabilitación del estadio de futbol. Casi que no ha habido gobernante de Neiva que, en los años que van corridos de esta siglo, no haya convertido en un propósito de su gobierno tal objetivo.
El entuerto más reciente comenzó con el gobierno de Pedro Suárez. Eso terminó mal cuando en los primeros meses de gobierno de su sucesor un deplorable accidente les costó la vida a varios trabajadores y terminó abruptamente con el faraónico proyecto. La improvisación, la ausencia de planeación, deficientes estudios de ingeniería, la inexistencia de garantías financieras se fue conociendo en la medida que se revisaba el contrato de marras.
Han pasado dos alcaldes, vamos para el tercero y como en el mito de Sísifo, el clásico de la cultura griega, pareciera que estuviéramos condenados a empujar hasta la cima una enorme piedra solo para verla rodar nuevamente hacia el abismo. Es la roca de la corrupción el más voraz enemigo del erario público. Ojalá no sea este el destino trágico del convenio mencionado.
Son 57.000 millones de pesos. No son una bicoca. O ¿el afán del convenio en épocas electorales tiene otros fines?
El contrato de rehabilitación del separador de la carrera 7ª es otro de esos actos que se repiten de manera periódica. Como la rehabilitación del Parque Santander, o la fuente luminosa del mismo, o las canalizaciones de los ríos que nos circundan, o el parque isla…
Ya perdimos la cuenta de las veces que la han intervenido. No más recordemos que al comienzo de este gobierno una de las organizaciones sin ánimo de lucro que funcionan en la ciudad le hizo una limpieza. Pues ahora, al señor gobernador y al alcalde se les ha ocurrido la genial idea de invertir una cuantiosa suma, si no estoy mal 1.300 millones, para tal fin.
Cuando la solución podría ser más sencilla: contratar como en muchas ciudades se hace unos jardineros que le hagan mantenimiento a las zonas verdes de manera permanente.
En serio, no les parece a los ilustres funcionarios que esos recursos quedarían mejor invertidos en reparar instituciones educativas ¿que se están cayendo a pedazos?
Neiva, 10 de noviembre de 2025
