Diario del Huila

Tolerancia: El Arte de Confrontar sin Violencia

Feb 13, 2025

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Por: Adonis Tupac Ramírez

En tiempos de polarización extrema, la palabra «tolerancia» ha sido despojada de su verdadero significado. Para algunos, es sinónimo de resignación; para otros, un eufemismo de permisividad frente a discursos de odio. Pero la tolerancia, bien entendida, es un ejercicio de confrontación sin violencia, de firmeza sin agresión, de humanidad sin ingenuidad.

El filósofo Karl Popper nos habló de la paradoja de la tolerancia: si una sociedad es ilimitadamente tolerante, incluso con los intolerantes, estos últimos terminarán por destruirla. Por eso, la verdadera tolerancia no implica dar espacio a quienes promueven el odio, la discriminación o la opresión. No significa callar ante el racismo, el machismo, la homofobia o el fascismo. Más bien, nos reta a encontrar maneras de enfrentar estos discursos sin reproducir su lógica de violencia.

La tolerancia que necesitamos hoy es una que se construya desde la dignidad, desde el reconocimiento del otro, pero sin perder la capacidad de confrontar lo inaceptable. Es la que nos permite debatir sin deshumanizar, responder sin destruir, resistir sin replicar el odio. No se trata de ceder ante los abusos ni de aceptar la injusticia en nombre de una falsa armonía. Se trata de actuar con inteligencia y estrategia, de entender que la violencia solo perpetúa los mismos esquemas que pretendemos cambiar.

En la política, esta forma de tolerancia es urgente. Hemos normalizado el insulto como argumento, el desprecio como herramienta y la descalificación como táctica de debate. En muchos casos, las redes sociales se han convertido en trincheras donde no hay espacio para el matiz, donde se demoniza a quien piensa distinto. Esta intolerancia no es solo una cuestión de formas; tiene consecuencias profundas: la deslegitimación del diálogo, la radicalización de posturas, la erosión del tejido democrático.

La historia nos muestra que los grandes cambios no los hicieron los más agresivos, sino los más resilientes. Nelson Mandela pasó 27 años en prisión sin permitir que el odio lo consumiera; supo confrontar el apartheid sin convertirse en aquello que combatía. Martin Luther King desafió el racismo con determinación, pero también con un mensaje de justicia basado en la dignidad. No fueron débiles, no cedieron ante la opresión, pero comprendieron que la violencia solo alimenta más violencia.

Aplicar esta tolerancia activa y consciente en nuestro día a día implica entender que no todos los que piensan distinto son enemigos. Significa dar la batalla contra el odio con inteligencia y no con el mismo veneno. Supone desafiar discursos tóxicos sin caer en la descalificación personal, sin hacer de la política un terreno de guerra sin reglas. Ser tolerante, entonces, no es ser pasivo ni condescendiente. Es tener la firmeza de enfrentar el odio sin ser consumido por él. Es desafiar la injusticia sin perder nuestra humanidad en el proceso. En una época donde la crispación domina el debate público, recuperar esta forma de tolerancia es más que una necesidad: es un acto de resistencia

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