Aníbal Charry González
Ahora que en medio de la controversia jurídica y política que tenemos por la convocatoria a una Consulta Popular para que el pueblo soberano se pueda expresar en las urnas sobre las reformas sociales, el presidente Petro ha vuelto a plantear la convocatoria a una Constituyente por iniciativa popular con el respaldo de 8 millones de ciudadanos equivalente del 20 % del censo electoral, de acuerdo a la tesis del nuevo ministro de Justicia Eduardo Montealegre en interpretación de la Constitución, tenemos que decir categóricamente que SÍ, con mayúsculas, como única alternativa como siempre lo he dicho para adelantar las reformas estructurales que requerimos con urgencia y que el Congreso no hará nunca para mantener el estado conveniente de corrupción, violencia y clientelismo politiquero que socava los cimientos de nuestro Estado social y democrático de Derecho.
Porque como lo he sostenido igualmente, los constituyentes del 91 por temor al pueblo, dejaron secuestrada su soberanía para expresarse en las urnas y convocar una constituyente de manera directa a los grilletes del Congreso, cuando consagró en el artículo 376 de la Constitución, que solo mediante una ley aprobada por la mayoría de sus miembros se podía convocar, y de ñapa, si le daba la gana aprobar la ley, se necesitaba cuando menos la tercera parte del censo electoral, o sea casi 14 millones de votos actualmente, confirmatorio del secuestro, quedando para la galería el artículo 3 de la Constitución que habla de la soberanía del pueblo convertido en una auténtica farsa.
Por eso la propuesta que hace el Presidente ahora para su convocatoria, que debió liderar desde el mismo momento de su posesión, no resuelve el secuestro de la soberanía del pueblo, porque como también lo sostiene el ministro de Justicia, tenemos que abrevar en la misma agua envenenada del secuestrador para que apruebe la ley que la convoque, que tendrá que bebérsela todas las veces, porque, por ejemplo, no aprobará nunca una reforma integral al mismo Congreso que incluya su reducción y sus exagerados ingresos y privilegios que son un desafío a la miseria de este país, cuando allí se encuentra el miasma de la podredumbre corruptora de nuestro Estado social de derecho. De todas maneras, hay que decir un rotundo SÍ a su convocatoria, así este llena de trampas para tratar de salir de las afiladas garras de su secuestrador y constituyente secundario.








