La administración municipal no da tregua. Justo cuando la semana pasada celebramos logros que nos permitieron ver una luz de esperanza —como la alianza con el sector privado para recuperar la IE El Venado, la presentación de utilidades por parte de una empresa pública como Las Ceibas EPN, el nombramiento por méritos en la Secretaría de Juventud y el impulso al liderazgo colectivo—, esta semana nos devuelve al escepticismo.
Esa esperanza que brotó tímidamente se diluye cuando la administración anuncia con entusiasmo la recuperación de la categoría fiscal del municipio, para luego, de inmediato, dejar correr el rumor de un nuevo crédito millonario, que pondría en jaque la ya limitada capacidad de endeudamiento de la ciudad. ¿En serio creemos que el camino hacia el desarrollo se pavimenta con más deuda?
Lo preocupante no es solo la intención, sino el contexto: los 80 mil millones aprobados en diciembre aún no muestran resultados claros. Así lo advirtieron en el Concejo los cabildantes Osorio Botello y Serna. En lo personal, celebro que los avances sean lentos; en una administración que aún no demuestra eficacia, la lentitud puede ser un escudo contra el despilfarro y los elefantes blancos futuros. Y más aún cuando la demanda del exconcejal Johan Steed Ortiz, que cuestiona la legalidad de ese endeudamiento, está a punto de ser fallada. Algunos juristas advierten que podría salir adversa para los intereses del mandatario local y benefica para los interéses de las maltrechas finanzas municipales.
Pero el alcalde, como si padeciera sordera crónica, parece inmune a las advertencias del Concejo. Persiste en su afán de revivir y glorificar la gestión pobretona del exalcalde Gorky Muñoz, esta vez con aún menos eficiencia, menos visión de ciudad y rodeado de un equipo que más parece empeñado en hacerlo errar que en ayudarlo a corregir el rumbo.
Un ejemplo claro: el secretario de Gobierno, que insiste en decretar toques de queda para menores y otras restricciones a la movilidad y al comercio, sin capacidad operativa ni autoridad real para hacerlas cumplir. Son medidas simbólicas, inofensivas que no llegan a paños de vapor, que sirven más para el show que para transformar la realidad de la ciudad, estás medidas han Sido usadas por el secretario desde hace más de una década sin resultados.
Y ya que hablamos de seguridad: después de 16 meses de gestión fallida, es hora de que el señor Ducuara dé un paso al costado. Repetirnos que somos “la sexta ciudad menos insegura del país” no borra lo que sentimos en las calles, ni lo que dicen las cifras reales. Esa narrativa es paja. Pura paja.
A todo esto se suma una realidad que ya no se puede ocultar más: Neiva sigue atrapada en una pobreza monetaria extrema que no cede. Según los últimos datos, más de 30.000 personas en la ciudad viven con menos de $254.000 mensuales. Esa cifra es una vergüenza institucional. Y mientras tanto, la administración parece más ocupada en abrir nuevos créditos y mover fichas políticas que en atacar con urgencia el problema estructural. Cuando la secretaría de Competitividad hará por lo menos un intento de proponer una ruta productiva para la ciudad? Cómo hacemos para que los programas sociales vayan de la mano con una corrección del problema estructural del empleo y la educación? Neiva no necesita más endeudamiento, necesita gestión real, eficiente y enfocada en hacer productivos a los ciudadanos y sobretodo a los más necesitados.
El manejo de los recursos públicos no es un juego de apuestas ni de conveniencias políticas. La gestión del desarrollo exige responsabilidad, rigor técnico y transparencia. Administrar una ciudad no es inflar titulares ni hacer videos vacíos todos los dias: es construir confianza desde la ejecución, desde el respeto por cada peso del contribuyente y desde una visión de ciudad que piense en el largo plazo. Neiva necesita decisiones serias, no improvisaciones envueltas en promesas, cansados de no ver cambios reales. Y si quienes gobiernan hoy no están a la altura del momento histórico, que no nos arrastren con su falsa vocación de servicio e incapacidad para hacer.
cumpla con lo que tiene como un buen gerente y no empeñando el futuro de los Neivanos.








