La renuncia irrevocable de Laura Sarabia, presentada el pasado 3 de julio, ha dejado vacante la Cancillería colombiana y ha generado expectativa sobre sus posibles reemplazos. Entre las opciones mejor evaluadas se encuentran los viceministros Mauricio Jaramillo Jassir, a cargo de Asuntos Multilaterales, y Rosa Yolanda Villavicencio, responsable de la cooperación y migración internacional. Sarabia manifestó en su misiva que “no comparte” varias decisiones recientes, especialmente en torno a la gestión de contratos de pasaportes, lo que motivó su decisión basada en coherencia personal e institucional.
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Mauricio Jaramillo, politólogo con doctorado en Ciencia Política, fue designado viceministro el 3 de febrero de 2025. Su trayectoria incluye labor académica en la Universidad del Rosario y roles en organismos regionales como UNASUR. Si bien ha recibido malos comentarios por admirar a Hugo Chávez y comentarios sobre la “primavera palestina”, cuenta con el respaldo de figuras como el expresidente Ernesto Samper. Rosa Yolanda Villavicencio, economista especializada en temas migratorios, fue nombrada viceministra el 6 de junio y cuenta con experiencia en cooperación internacional, incluyendo puestos en la Asamblea de Madrid y altos cargos en ONG europeas.
La renuncia de Sarabia también ha provocado voces críticas del entorno político y diplomático. El exministro Luis Gilberto Murillo advirtió que la Cancillería atraviesa una “crisis diplomática” y recalcó que la política exterior requiere pericia y prudencia, especialmente en las relaciones con Estados Unidos. Por su parte, la excanciller María Emma Mejía calificó de “desastroso” el cambio frecuente de ministros de Relaciones Exteriores en esta administración, pues su impacto repercute en la credibilidad internacional.
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La salida de Sarabia representa el tercer relevo en la Cancillería bajo el gobierno de Gustavo Petro, ya que anteriormente también renunciaron Álvaro Leyva y Luis Gilberto Murillo, por disputas vinculadas a los contratos de pasaportes con Thomas Greg & Sons y la transición hacia la Imprenta Nacional. El Ejecutivo deberá sopesar si prioriza la continuidad técnica, la equidad de género o la confianza política en el próximo nombramiento. De ello dependerá la estabilidad y dirección futura de la política exterior nacional
