Por Alfredo Vargas Ortiz
Orgullosamente Abogado y Docente, Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho, Universidad Nacional de Colombia
El alcalde de Neiva, Germán Casagua, ha presentado un proyecto de endeudamiento por 80 mil millones de pesos al Concejo de la ciudad, con la idea de financiar proyectos necesarios, dada la difícil situación financiera en la que quedó el municipio tras la nefasta administración de su antecesor, Gorky Muñoz.
En principio, es loable buscar alternativas de financiación que permitan dinamizar la economía, pues los recursos invertidos en obras se multiplican en la generación de empleos directos e indirectos mediante la compra de materiales y la contratación de mano de obra, entre otros beneficios. Sin embargo, considero que el municipio debe ajustarse aún más el cinturón para demostrar austeridad en el gasto público, ya que «el palo no está para cucharas».
Una muestra real de compromiso con la austeridad habría sido aprovechar las amplias facultades otorgadas por el Concejo para la reestructuración administrativa. Esta medida podría haber ahorrado recursos y liberado fondos que se requieren en el préstamo, evitando así un endeudamiento tan elevado. No obstante, dicha reestructuración quedó a medias. Actualmente, existen varias secretarías, como las de Juventud, Paz y Derechos Humanos; Mujer, Infancia y Adolescencia; TIC; y Medio Ambiente, además de direcciones como Asuntos Religiosos, que bien podrían suprimirse o integrarse en otras secretarías existentes, como Gobierno, Desarrollo Social, o Desarrollo Agropecuario y Competitividad.
Un cálculo preliminar indica que, con la supresión de estos cargos, el municipio podría ahorrar más de 4 mil millones de pesos en los próximos tres años.
El alcalde señala como urgente el desarrollo de proyectos como el Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), que absorbería el 40% de los recursos del crédito, y una pequeña sede educativa en el barrio Jardín. Sin embargo, todos sabemos del gran deterioro de la infraestructura de la mayoría de las instituciones educativas, y esta situación debería ser una prioridad en el crédito, aunque no lo es.
El plan de austeridad también debería incluir una gestión más eficaz de recursos nacionales, departamentales y de cooperación internacional, además de fomentar alianzas público-privadas que puedan dinamizar la economía de la ciudad.
Es crucial conocer el plan del municipio para saldar la deuda de más de 96 mil millones de pesos que dejó el anterior alcalde. Esa deuda, adquirida en uno de los peores momentos económicos, debe estar costando un ojo de la cara a los contribuyentes.
La ciudad necesita una gerencia estratégica que priorice problemas como la seguridad y la convivencia, que atraviesan uno de sus peores momentos. También es necesario definir una ruta clara para mejorar sitios emblemáticos, como el malecón del río Magdalena, que hoy es un basurero y refugio de habitantes de calle que la convirtieron en su letrina. Si queremos que Neiva atraiga turismo, este lugar debe recuperarse. La avenida Inés García de Durán está igualmente abandonada, con estatuas y partes de ellas robadas.
¿Dónde están los museos, los sitios para tomar fotos, los pasajes y los lugares de interés para mostrar a nuestros turistas?
El alcalde sabía a qué se enfrentaba al asumir la administración y debe hacer más con menos. Ese es el reto de la gestión pública: ser creativos y convocar a la ciudadanía para que todos aportemos nuestro grano de arena, pero sin actuar con desesperación, evitando dejar la ciudad en peores condiciones que las encontradas.
