Por: Johan Steed Ortiz Fernández
Una historia que no dejamos caer. Una lucha que hoy empieza a rendir frutos. Porque la educación sí tiene quien la defienda.
Salvar el Santa Librada no ha sido solo un acto de gestión institucional o un esfuerzo administrativo: ha sido, ante todo, una batalla por la memoria, por el derecho a la educación con dignidad, y por la defensa de un patrimonio que ha sido testigo de la historia de Neiva desde 1837.
Este emblemático plantel forma parte de los célebres colegios santanderinos, una red de instituciones educativas concebidas por Francisco de Paula Santander, y decretadas posteriormente por el presidente Márquez, con el espíritu de impulsar la educación pública en la joven república.
En Colombia existen diez colegios históricamente reconocidos como “santanderinos”, todos unidos por una misión común de servicio público y formación ciudadana. Estas instituciones, más que simples centros educativos, son piezas clave de una herencia pedagógica liberal del siglo XIX, pensadas para formar ciudadanos en una nación que aún daba sus primeros pasos tras la independencia.
Sin embargo, en Neiva, esa historia noble estuvo a punto de derrumbarse literalmente el día en que se desplomó el techo del bloque B, hiriendo a cuatro estudiantes. Esa tragedia fue el último grito de auxilio de un colegio que llevaba años deteriorándose en silencio, sin que nadie desde el poder reaccionara con responsabilidad.
Ese día decidimos alzar la voz. Nos unimos a la protesta de los estudiantes y padres de familia. En 2024 nació un Comité de Egresados que no se conformó con una foto. Tocamos puertas, gestionamos, propusimos, insistimos. Y aunque muchas se cerraron, algunas por mezquindades políticas, no nos detuvimos. Porque las necesidades no tienen partido, y la educación no puede seguir siendo sacrificada en cálculos burocráticos ni rivalidades estériles.
Gracias a nuestra gestión desde el Concejo de Neiva, logramos a través de la Oficina de Planeación Municipal, obtener un concepto clave del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Este aclaró que, aunque el Santa Librada fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación, esa declaratoria cobija a la institución, mas no al inmueble donde funciona.
Esa precisión jurídica fue determinante para incluir el restaurante escolar en el proyecto de regalías que beneficiará a diez instituciones educativas, y permitió avanzar en el arreglo integral del Santa Librada. A diferencia de administraciones anteriores, que por temor o desconocimiento dejaron que la infraestructura se deteriorara, nosotros decidimos actuar con rigor.
No era el patrimonio el problema: era la desidia.
También fue clave el compromiso de profesionales como William Parra, Luis Ángel Tovar, Salomón Gordillo, Carlos Wilber Plazas y la Sociedad Huilense de Ingenieros, a través de su presidente Ezequiel Vásquez. Gracias a ellos se lograron los estudios y diseños técnicos, donados al municipio con el único propósito de devolverle algo al colegio que tanto nos dio. A este esfuerzo se suma el gesto del egresado Francisco Pareja y su promoción, quienes donaron 32 computadores para dotar un aula de informática que hoy usan los estudiantes, mejorando así su calidad educativa y el acceso a herramientas digitales.
Y no estuvimos solos. Abel Sepúlveda, César Oviedo y Ricardo Perdomo, amigos cercanos al Ministro de Educación y al FFIE, escucharon nuestra causa y la hicieron suya. El gobernador Rodrigo Villalba acompañó el proceso desde el inicio, y ha expresado su compromiso para aportar lo que sea necesario. Y sí, también esperamos que el alcalde de Neiva disponga recursos concretos. Porque este no es momento de protagonismos: es momento de sumar voluntades.
Asimismo, la Universidad Surcolombiana, bajo el liderazgo del rector Rubén Darío Valbuena, respaldó la estrategia “Universidad en tu colegio”, con la cual el Santa Librada, desde 2026, se articulará a la educación superior pública, comenzando con los grados 10° y 11°, y permitiendo a los estudiantes iniciar ciclos técnicos hacia la profesionalización.
Todo ese esfuerzo se concreta hoy, 22 de julio, con la visita del Ministro de Educación, José Daniel Rojas, y el director del FFIE, Sebastián Caballero, quienes vienen a anunciar que los recursos, más de $15.964 millones, están asegurados para la recuperación de la sede principal del colegio.
Con este aporte, el Gobierno Nacional le rinde también un merecido reconocimiento a una institución que, durante buena parte de su historia, fue considerada el mejor colegio de bachillerato del país, y formó a hombres y mujeres ilustres de la región.
Hoy el Santa Librada cuenta con más de 1.100 estudiantes. Y con este proyecto en marcha, no solo se recuperará la infraestructura física, sino también el espíritu que lo ha caracterizado por generaciones. Se restaurará, por ejemplo, la piscina institucional, que será un símbolo de excelencia y un atractivo para los jóvenes. Porque el Santa no solo volverá a ser un colegio de calidad: será un referente de ciudad. Porque cuando una institución se reconstruye con dignidad, la comunidad responde con confianza.
En el Congreso se tramita un proyecto de ley con motivo de los 180 años del colegio, redactado por el egresado Miguel Hernández. Fue acogido por el senador Pedro Flórez, quien se ha puesto la camiseta por esta causa. (De este senador hablaremos en otra columna.)
Por eso lo de hoy será una victoria compartida. Pero no podemos bajar la guardia. La tarea apenas comienza: vigilar que las obras se hagan bien, que se respeten los plazos y que nunca más se permita que una escuela se caiga por culpa de la indiferencia.
Esta no es una victoria de un nombre ni de un cargo. Es la victoria de una ciudad que no dejó morir su historia.
Y hoy los libradunos, con la frente en alto, podemos gritar como en los mejores tiempos:
¡Libraduno sí señor, de Colombia lo mejor!








