Por: Sergio Trujillo
Diputado del Huila
Cada segundo domingo de mayo, Colombia rinde homenaje a las madres. Pero en realidad, no hay un solo día en que no debamos reconocer su inmensa entrega. Las madres del Huila son mucho más que figuras familiares: son la base de nuestra economía, defensoras del bienestar colectivo y portadoras de esperanza. Hoy quiero rendirles un tributo sentido y justo.
Las madres huilenses están en todos los rincones: en el campo, recogiendo café y cultivando la tierra con esmero; en las galerías, vendiendo con esfuerzo para sostener a sus familias; en los hospitales, cuidando a otros mientras muchas veces postergan su propio bienestar; en las oficinas, liderando procesos y demostrando capacidad y compromiso.
También están en las fuerzas del orden vistiendo el uniforme con honor, y en los hogares, como madres cabeza de hogar, multiplicándose para ser proveedoras, cuidadoras y protectoras. A todas, sin distinción de profesión, ocupación o edad, mi más profundo respeto.
Según datos del DANE, en Colombia hay cerca de 13 millones de madres, y más de 5 millones son madres cabeza de hogar. A nivel global, la ONU estima que más del 70% de los cuidados no remunerados en el mundo son realizados por mujeres, muchas de ellas madres. Esta carga invisible no solo les exige físicamente, sino que limita su desarrollo laboral, académico y político.
En el Huila, las mujeres representan el 50,2% de la población, superando ligeramente a los hombres (49,8%). No obstante, la representación en cargos de elección popular sigue siendo limitada: de 37 municipios, solo dos tienen alcaldesas; en la Asamblea, solo hay una diputada y en Neiva tenemos solo dos concejalas. Esta baja participación contrasta con el talento, el compromiso y la inteligencia que nuestras mujeres demuestran cada día.
A esto se suma una realidad dolorosa: la violencia. En el Huila, las cifras de feminicidio están por encima del promedio nacional. Cada mujer violentada es una herida para nuestra sociedad. No podemos normalizar el maltrato ni quedarnos en la indignación pasiva. Es urgente que actuemos con políticas efectivas y una cultura que respete y valore a nuestras madres.
Reconocemos progresos como la Ley 581 de 2000, que promueve la participación efectiva de las mujeres en el poder público. Pero aún falta mucho por hacer. La brecha salarial entre hombres y mujeres persiste: según el DANE, en promedio, las mujeres ganan un 12% menos que los hombres por el mismo trabajo.
No podemos hablar de desarrollo si seguimos permitiendo que las mujeres, incluidas las madres trabajadoras, sean relegadas, subvaloradas o invisibilizadas.
Las madres del Huila no solo merecen homenajes; merecen condiciones de vida dignas, oportunidades reales y protección. Debemos garantizar acceso a educación, salud, empleo digno, seguridad y representación. Y esto no puede lograrse si no trabajamos en equipo, desde el gobierno, la ciudadanía, la empresa privada y cada hogar.
En lo personal, este homenaje también es para mi madre, mi esposa y mi hermana. Madres valientes que me han enseñado el poder del amor y del sacrificio. A través de ellas, reconozco el rostro de tantas otras madres huilenses que todos los días construyen futuro.
Hoy más que nunca, digámoslo con claridad: cuando una madre progresa, toda la sociedad avanza. Feliz día para todas las mamás del Huila.
