DESHOJANDO MARGARITAS
POR MARGARITA SUÁREZ
La mala memoria nos lleva a juicios errados. Antes de la Ley 100 de 1993, el servicio de salud en Colombia era deficiente, por decir lo menos. Los ciudadanos con recursos económicos solían ser atendidos en instituciones privadas, denominadas “Clínicas” y sus servicios eran costosos, cobraban cifras considerables por la hospitalización, la atención profesional y los procedimientos. Enfermarse era un drama, había que vender la vaquita, el terreno, el carro o la casa, para pagar una cirugía o un tratamiento médico. La población sin recursos económicos era atendida en hospitales públicos, donde casi nunca había cupo para recibir pacientes de urgencia y tampoco camas disponibles para su recuperación. Los pacientes de “caridad”, como los denominaban, fallecían en la puerta de los hospitales cuando llegaban en malas condiciones de salud. No había el conocido Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito- SOAT, que hoy día garantiza la atención médica inmediata e incondicional a las víctimas de accidentes de tránsito. Antes de 1993, tampoco las personas sin recursos tenían acceso a citas médicas de prevención y control. La cobertura en salud en ese momento solo llegaba a un 24% de los habitantes. En 2024, según la Encuesta de Calidad de Vida del DANE, el 96,5 % de la población está afiliada. Antes,había tres tipos de atención, el primero era el sistema de seguridad social, que cubría a los trabajadores del sector privado a través del ISS y las Cajas de Previsión a los empleados públicos. Las Cajas de Compensación atendían a las familias de los trabajadores del sector privado, posteriormente incluyó a los del sector público, con tarifas subsidiadas a la demanda de los servicios de salud. En segundo lugar, estaba el sistema privado, conformado por clínicas y seguros, el cual atendía a la población con capacidad de pago de las pólizas de medicina prepagada o la consulta privada. Y finalmente el sistema nacional de salud, que brindaba servicios con accesibilidad restringida. En 1992 el 33,2% de la población más pobre no recibió atención médica cuando se sintió enferma y la solicitó. Hay que conocer la historia para no estar condenados a repetir las malas experiencias. Destruir es muy fácil, lo difícil es construir.








