Diario del Huila

Respetemos los cauces de los ríos

Jul 12, 2025

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El cambio climático que actualmente se está presentando en el planeta, está desnudando la verdadera problemática que están padeciendo las familias que se atreven a vivir en las zonas adyacentes a los cauces de los ríos y sus afluentes, sin tener en cuenta que los valores máximos de caudales circulantes se repiten cada vez con mayor frecuencia. Coincidimos con lo expresado por algunos expertos, que afirman que los ríos tienen el derecho de conservar su estructura y funcionamiento natural. Deben ser preservados de manera, que mantengan sus procesos naturales y su equilibrio dinámico, lo que incluye su capacidad para proveer servicios ecológicos invaluables a las especies no humanas que viven en ellos. Ahora que se presentaron unos aumentos del caudal del río Magdalena, que llegaron a superar los 4.000 metros cúbicos de agua a las represas del Quimbo y Betania, representando un aumento del 400% de sus cauces tradicionales que ha mantenido en épocas normales. Lo anterior, obligó a las directivas de Enel, para utilizar los bordes libres, para liberar el exceso de la capacidad instalada en éstas, lo cual generó aguas abajo, grandes inundaciones, inundando los barrios que se han venido conformando en estas zonas de riesgo inundable.

Podemos inferir, que si en un hipotético caso, no se hubieran construidos estos embalses, los neivanos hubiéramos presenciado las dantescas imágenes del rio recuperando su cauce normal, por los sectores aledaños a la avenida circunvalación. Aunque parezca absurdo y risible hacer estos comentarios, nuestros ancestros afirmaban que estas zonas eran por donde circulaba el rio, en otrora. Por tal motivo, aquí nos hacemos la siguiente pregunta: “¿Qué funcionarios de la administración municipal y dirigentes políticos en tiempos pretéritos, autorizaron la construcción de estos sectores residenciales en las zonas del cauce del rio Magdalena? Los organismos de control deben adelantar estas investigaciones, para determinar los responsables.  Inclusive les autorizaron la factibilidad para que tuvieran la instalación de sus servicios públicos, establecimientos comerciales, instituciones educativas y vías de acceso.

En épocas preelectorales son interminables las filas de aspirantes prometiéndoles esta vida y la otra. Pero nadie les habla del peligro latente en que se encuentran cuando el rio Magdalena aumente de manera súbita su caudal. Nadie plantea que hay necesidad de construirles grandes obras de contención para que les protejan sus unidades habitacionales o en su defecto su reubicación hacia zonas de menor riesgo inundable. Pura retórica barata. Pero, el génesis de esta problemática es la deficiente planificación territorial que presenta la capital del departamento del Huila. No tenemos definido el Plan de Desarrollo Territorial.  Más allá de la confrontación, lo que conviene ahora es hacer causa común para que la reglamentación del POT permita volver al diálogo y se allane el camino de las soluciones, sin que quede en el ambiente el tufillo de la soberbia.

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