Por: Álvaro Hernando Cardona González
El tema a tratar es uno de esos que uno mastica y mastica porque con el estado de polarización, prevalencia del insulto antes que la escucha y discusión pacífica, y el incremento de la violencia sin sentido, cobarde e irracional, pocos pueden salir airosos en plantear aspectos de discusión nacionales urgentes.
El año pasado, en un artículo tomado del diario El Tiempo, titulado ¿Por qué ha fracasado la agricultura en Colombia?, dentro del foro-cátedra Repensar Nuestro Futuro, del FNA, expertos debatieron sobre la incidencia del narcotráfico, la desigualdad y los problemas de acceso a la tierra en el sector primario de la economía.
Veamos unas cifras previas: a) Colombia tiene una superficie total de 1.995.408 km² (área continental: 1.141.748 km² y área marítima: 853.660 km²); es decir que son 114,1 millones de hectáreas su área continental; b) 1.871.802 hectáreas son humedales Ramsar; c) como publicamos hace poco, en esta columna, el 31 % de las áreas terrestres nacionales está bajo alguna figura de protección y conservación ambiental; d) según datos de DNP y UPRA, el 31,5% del área continental está bajo figura de resguardo indígena y; e) hoy, 43 millones de hectáreas son de uso agropecuario, siendo de ellas 34 millones, asociadas a la ganadería; f)
gracias a las negociaciones de Juan Manuel Santos con las Farc, se permite el uso agropecuario en bienes baldíos inadjudicables (humedales, por ejemplo).
Según las conclusiones del foro-cátedra, la ganadería extensiva, los cultivos improductivos, la deforestación acelerada, los subsidios ineficientes, y dietas no saludables son algunos de los problemas que enfrenta Colombia cuando se habla sobre agricultura y cambio climático.
Se señalaron factores que han incidido en la agricultura colombiana: la violencia irracional e injustificada causada por bandas como Farc, Paras, M19, Eln, “combos”, “clanes” y otras; claro, el narcotráfico; la dificultad para acceder a la tierra; una reforma agraria que no mira la productividad del suelo; una restitución de tierras por desplazamiento que es generosa en adjudicaciones pero pobre en restitución; el círculo vicioso y eterno de la formalización (también sin mirar productividad y dignificación familiar); ampliaciones de resguardos sin consultar ancestralidad ni productividad; mucha ANT, poca ADR; infraestructura de espaldas a la productividad (no satisface necesidades para el transporte de insumos o productos); politiquería; también la ausencia de valor institucional; necesitamos cifras confiables para tomar decisiones…
Terminamos recordando que el agua es inescindible al campo. Cabe la pregunta: ¿cómo se adjudican predios sin agua y cómo “sujetos de reforma agraria” los reciben?








