Un informe de la ONU revela que, desde el año 2000, la mortalidad infantil se ha reducido en más de la mitad, alcanzando un mínimo histórico de 4,8 millones de muertes en 2023. Sin embargo, el avance se ha ralentizado y los recortes en la financiación global amenazan con revertir estos logros, poniendo en riesgo a millones de niños en todo el mundo.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
La mortalidad infantil ha experimentado una disminución significativa en las últimas dos décadas. Según un informe reciente del Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil, en 2023 el número de niños que fallecieron antes de cumplir los cinco años se redujo a 4,8 millones. Desde el año 2000, estas cifras han caído a más de la mitad gracias a inversiones sostenidas en salud infantil, vacunas, nutrición y acceso a agua potable y saneamiento. Sin embargo, los expertos advierten que este progreso podría revertirse debido a recortes en la financiación global.
Un avance notable pero frágil
El 2022 marcó un hito histórico cuando por primera vez la mortalidad infantil cayó por debajo de los 5 millones de muertes anuales. Este resultado ha sido impulsado por el compromiso global con intervenciones de eficacia comprobada, como el fortalecimiento de los sistemas de salud y la expansión de los programas de vacunación. Catherine Russell, Directora Ejecutiva de Unicef, subraya que estos esfuerzos han salvado millones de vidas, pero advierte que sin políticas adecuadas y una inversión continua, estos avances podrían desmoronarse.
El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, enfatizó la importancia de mantener e incluso aumentar la colaboración global para evitar una crisis en la salud infantil. Las enfermedades prevenibles siguen siendo la causa principal de muerte infantil, con afecciones como neumonía, malaria y diarrea afectando desproporcionadamente a los niños en países de bajos ingresos.
Riesgo de retroceso en la lucha contra la mortalidad infantil
A pesar de los avances, los informes de la ONU alertan que la reducción de la mortalidad infantil se ha ralentizado. Desde 2015, la tasa anual de disminución ha bajado un 42% en menores de cinco años y un 53% en mortinatos en comparación con el periodo 2000-2015. Esto se debe en parte a la reducción de fondos para programas clave en salud infantil, lo que ha generado escasez de personal sanitario, cierres de clínicas y fallas en la distribución de vacunas y tratamientos esenciales.
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La falta de financiamiento afecta especialmente a regiones con crisis humanitarias y economías debilitadas por el sobreendeudamiento. Los recortes también han limitado las iniciativas de monitoreo y seguimiento de niños vulnerables, lo que dificulta la detección y prevención de muertes evitables.
Causas y solución: el papel de la atención sanitaria
Casi la mitad de las muertes infantiles se producen durante el primer mes de vida, principalmente por partos prematuros y complicaciones en el nacimiento. Además, el 45% de las muertes fetales tardías ocurren durante el parto debido a infecciones maternas, partos prolongados y la falta de intervención médica oportuna.
Los expertos coinciden en que mejorar el acceso a una atención materna e infantil de calidad es clave para seguir reduciendo la mortalidad infantil. Esto implica garantizar:
- Controles prenatales y posnatales adecuados.
- Acceso a vacunas y programas de nutrición infantil.
- Diagnóstico y tratamiento temprano de enfermedades infecciosas.
- Infraestructura sanitaria básica en comunidades vulnerables.
Inversión en salud infantil: un beneficio global
Juan Pablo Uribe, Director Global de Salud del Banco Mundial, señaló que la inversión en salud infantil no solo mejora la calidad de vida de los niños, sino que también impacta positivamente en la economía global. La reducción de la mortalidad infantil se traduce en poblaciones más saludables, mayor productividad y crecimiento económico sostenible.
Para evitar un retroceso en los logros alcanzados, se hace un llamado a los gobiernos, organismos internacionales y donantes a priorizar la financiación de programas esenciales de salud infantil. Con decisiones estratégicas y un esfuerzo conjunto, es posible seguir avanzando hacia un futuro donde ninguna muerte infantil prevenible sea una realidad inaceptable.
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