El publicación del proyecto de resolución de la Política Nacional de Humanización en Salud 2025–2035 por parte del Ministerio de Salud es mucho más que un documento normativo: es la oportunidad de repensar cómo entendemos el cuidado y cómo lo vivimos en nuestro día a día. Hablar de humanización exige salir de los discursos repetidos y abrir paso a una conversación disruptiva que conecte la ciencia, la política y la experiencia ciudadana en un mismo propósito.
Durante años el sistema de salud se ha expresado con un lenguaje dominado por indicadores, cobertura y eficiencia. Importante, sin duda, pero insuficiente para capturar la esencia del cuidado. La verdadera transformación surge cuando entendemos que todas las interacciones en salud generan un impacto que trasciende lo clínico y se expande en la vida de las personas, las comunidades y los territorios.
La co-creación es el corazón de esta nueva visión. Significa que el paciente deja de ser receptor pasivo y se convierte en actor de su proceso de salud, junto con profesionales, familias, instituciones y comunidades. La humanización se construye entre todos: desde el médico que escucha con atención, hasta la política pública que garantiza recursos y accesos sostenibles.
Colombia tiene en sus manos un desafío histórico. La humanización bien entendida puede convertirse en el nuevo estándar de calidad, al mismo nivel de la seguridad del paciente o la eficiencia en la gestión. Un estándar que fortalece la confianza en el sistema, amplifica la legitimidad de las instituciones y proyecta al país como referente regional en innovación social aplicada a la salud.
El desafío 2025–2035 es diseñar servicios que anticipen y acompañen, que conecten al sistema con la ciudadanía en una relación de respeto y corresponsabilidad. Se trata de avanzar hacia redes vivas de cuidado, capaces de multiplicar efectos positivos en diferentes dimensiones: clínica, emocional, social y cultural.
Así como hoy hablamos de eliminar el cáncer de cuello uterino como una meta global concreta, podemos hablar de la humanización radical como una apuesta estructural: servicios de salud que garanticen diagnósticos oportunos y tratamientos efectivos, pero que también reconozcan la dignidad y el valor único de cada persona.
El futuro de la salud en Colombia se juega en la capacidad de transformar las decisiones en semillas de confianza colectiva. Humanizar es avanzar, co-crear, proyectar. Es demostrar que al cuidar la vida, transformamos la sociedad. hsalamanca@fundacionsalbo.org








