La elección del nombre León XIV por parte del nuevo papa Robert Francis Prevost ha despertado interés sobre la figura de León XIII, su antecesor más directo en la línea nominal y una figura histórica de gran peso dentro de la Iglesia Católica.
León XIII, nacido como Vincenzo Gioacchino Pecci en 1810, fue papa entre 1878 y 1903. Su pontificado, de 25 años, fue uno de los más largos de la historia moderna y marcó una etapa de transición crucial entre la Iglesia del siglo XIX y la que se proyectaría hacia el siglo XX.
Es recordado principalmente por su enfoque doctrinal, social y diplomático, que intentó conciliar la fe católica con el mundo moderno. Fue un ferviente defensor del diálogo entre la fe y la razón, y promovió la apertura hacia la ciencia y la filosofía, en contraste con el clima de confrontación que había caracterizado a sus predecesores.
Pero sin duda, su legado más influyente fue la encíclica Rerum Novarum, publicada en 1891, considerada el documento fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia. En ella abordó por primera vez, de manera sistemática, temas como la situación de los trabajadores, la propiedad privada, la justicia social y el derecho de los obreros a organizarse, sentando las bases de la posición católica sobre el trabajo y la economía en el mundo industrializado.
León XIII también impulsó la reforma del clero, el estudio de Santo Tomás de Aquino como pilar teológico, y promovió relaciones diplomáticas con varios Estados, en momentos de tensiones políticas para el papado tras la pérdida de los Estados Pontificios.
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La decisión del nuevo papa de tomar el nombre León XIV puede interpretarse como una referencia simbólica a ese legado social y reformista, especialmente relevante en un contexto global de crisis migratoria, desigualdad y desafíos ecológicos, tal como han señalado varios observadores tras su elección.
En su primer discurso desde el balcón de la basílica de San Pedro, León XIV habló de paz, gratitud a su predecesor Francisco y envió un saludo a la diócesis peruana de Chiclayo, donde vivió y trabajó durante décadas como misionero y obispo. Si bien no hizo mención explícita a León XIII, el eco del nombre elegido invita a mirar con atención cómo su pontificado podría proyectar una nueva etapa de compromiso social desde el Vaticano.
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