Diario del Huila

¿Quién cuida a quienes cuidan? Los dilemas actuales de la medicina

May 22, 2025

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Por: Adonis Tupac Ramírez

En los pasillos de hospitales y clínicas se libra una batalla silenciosa. No hablamos solo de enfermedades, diagnósticos o intervenciones quirúrgicas. Nos referimos a la lucha diaria que enfrenta el médico contemporáneo: ejercer su vocación en medio de un sistema de salud frágil, burocrático y muchas veces indiferente al bienestar de quienes lo sostienen.

Ser médico hoy es cargar con una formación costosa, con cupos limitados para especializarse y con una remuneración que rara vez compensa el nivel de responsabilidad, sacrificio y entrega. A esto se suman largas jornadas laborales, una creciente judicialización del acto médico y una desconexión entre el modelo académico y las verdaderas necesidades de la población.

En medio de esta realidad, la propuesta de una nueva reforma a la salud llega como un huracán que promete transformación, pero también genera incertidumbre. Aunque hay aspectos valiosos en su espíritu —como la recuperación del enfoque en la atención primaria, la dignificación del talento humano en salud y la descentralización de los servicios—, también surgen serias preocupaciones.

¿Se está escuchando realmente a los profesionales de la salud? ¿Se garantiza su participación en la construcción e implementación del modelo? ¿Cuál será el papel de las EPS, que durante décadas han sido responsables tanto de fallos estructurales como de algunas innovaciones en gestión?

Los retos no son menores: primero, necesitamos una reforma que no sacrifique la calidad de la atención en nombre de la cobertura. Segundo, que reconozca que ningún modelo de salud será exitoso sin médicos motivados, formados, protegidos y adecuadamente remunerados. Tercero, que promueva la equidad, pero no a costa de cargar más responsabilidades sobre profesionales ya agotados.

La lucha por mejores condiciones laborales no puede estar desligada del compromiso ético con una atención digna y de calidad. No se trata únicamente de exigir mejores honorarios —que son necesarios y justos—, sino también de comprometernos con prácticas actualizadas, empáticas y responsables. No podemos seguir haciendo la misma medicina de hace veinte años.

Tampoco podemos seguir permitiendo la normalización del “esquirol”, donde colegas rompen huelgas o acuerdos gremiales a cambio de contratos precarios. La solidaridad entre médicos debe ser un valor ético, no una excepción.

Finalmente, es urgente reconectar con la comunidad. Volver a la promoción de la salud, a la prevención, al diálogo constante con el paciente. Porque la medicina no solo se ejerce en quirófanos o consultorios, sino también en escuelas, parques y medios de comunicación.

¿Estamos preparados para este cambio? Tal vez la primera respuesta no esté en un decreto ni en el Congreso, sino en un acto colectivo de conciencia: mirarnos al espejo como gremio, recuperar nuestra dignidad y volver a poner al ser humano —paciente y médico— en el centro de la salud.

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