El pasado domingo estuve viendo el debate en el Congreso entre la oposición y el gobierno. Dentro de los múltiples temas, hubo uno que me llamó particularmente la atención: el gobierno hizo énfasis en que está promoviendo el sector agrícola y, en especial, sus exportaciones. Es un discurso que parece irrefutable sobre el papel, pues son muy pocos quienes se dedican a esto, pero en mi experiencia como exportador de productos agrícolas colombianos, he experimentado una realidad totalmente diferente.
Hace dos semanas mi empresa participó en la Macrorrueda de ProColombia. Este es uno de los eventos de negocios más importantes de Latinoamérica, un espacio ideal creado para conectar empresas colombianas con compradores internacionales. He tenido la oportunidad de participar en seis o siete ediciones de la Macrorrueda, y desde el primer momento validé el esfuerzo y el buen trabajo desempeñado por ProColombia en la promoción de las exportaciones no minero-energéticas del país. A pesar de ser una institución que, como muchas en el Estado, también se destina para cuotas políticas y cargos para pagar favores, debo compartir que es una institución llena de trabajadores valiosos y que su trabajo ha sido ejemplar en este frente, especialmente si lo comparamos con instituciones similares de otros países de la región.
Sin embargo, esta vez ocurrió algo que no había ocurrido en las pasadas ediciones.Por primera vez se le cobró a las empresas colombianas por asistir. Y desde mi perspectiva lo preocupante no es esto, sino que este cobro no estuvo asociado a ninguna inversión adicional visible. Es decir, el evento mantuvo la misma estructura y servicios de las ediciones anteriores, pero ahora con un precio de entrada que, en lugar de fomentar el crecimiento de las empresas emergentes como afirma el gobierno, actúa como una barrera para muchas Pymes que luchan y sueñan con posicionar sus productos en los mercados internacionales.
Este hecho refleja para mí una contradicción evidente con el discurso que escuche el domingo. Si se habla de apoyar al agro y de la necesidad de fortalecer las exportaciones no minero-energéticas, ¿por qué se reduce el presupuesto destinado a las principales actividades estratégicas como la Macrorrueda? ¿Por qué no se diseñan mecanismos para que las pequeñas empresas agrícolas, las mismas que el gobierno afirma querer impulsar, puedan participar sin tener que asumir un costo adicional que, para muchas, puede ser limitante?
Se podría argumentar que un cobro inicial puede servir como filtro para validar la capacidad de las empresas exportadoras. Sin embargo, ProColombia ya cuenta con rigurosos filtros para seleccionar a las empresas participantes. Y si es el fin recoger más recursos, estos deberían reinvertirse de manera tangible en los emprendedores que quieren exportar. Aquí les doy unas ideas: apoyo en tiquetes u hospedaje, fabricación de muestras comerciales, indumentaria, tramitación de certificaciones internacionales, reconocimientos por buen desempeño a empresas emergentes en el evento, etc. Pero esta vez no vi absolutamente nada de eso.
Lo que este ejemplo puntual revela es que, más allá de las palabras y los discursos, no se están generando los presupuestos ni las estrategias reales para consolidar el agro como motor de exportación. Se promete ofrecer a Colombia como una potencia agrícola, pero mientras algunos Ministerios reciben billones de presupuesto sin mayores auditorías de rendimiento, instituciones como ProColombia se desfinancian. Este cobro a los participantes es sólo un ejemplo, pero para mí uno muy claro, de que el supuesto apoyo se quedó en promesas de campaña.
El próximo gobierno debe entender que el sector agrícola y exportador no se fortalece con palabras, sino con inversiones fuertes, con estrategias validadas y con políticas que respalden a las empresas pequeñas y medianas que hacen el riesgoso esfuerzo de llevar los productos colombianos al mundo. Si el próximo gobierno promete apoyo a las exportaciones no minero-energéticas, es su deber demostrarlo con inversión y acciones, sino, es mejor que no usen esa bandera.
Con el aroma de un café 100% Colombiano, los saludo,
Santiago Ospina López.
