Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
Una mirada más allá del dinero
Durante años, prosperar fue sinónimo de acumular, acumular más dinero, más propiedades, más bienes; parecía que quien más tenía, más había prosperado. Pero hoy, en medio de un mundo que se ha transformado, esa visión se ha quedado corta; la pandemia, los cambios sociales, la tecnología, e incluso las nuevas generaciones nos han empujado a replantear una pregunta esencial, ¿Qué significa realmente prosperar?
Hoy prosperar es mucho más que propiedades o tener un jugoso saldo en una cuenta bancaria, es tener salud mental y emocional, es disfrutar de tiempo con quienes amamos, es levantarse con ganas de vivir y acostarse con la satisfacción de haber hecho algo que tenga sentido, es tener propósitos, vínculos reales, equilibrio, es cultivar bienestar integral y no solo abundancia económica.
Prosperar también es poder decir “no” sin culpa y “sí” sin miedo, es vivir con autenticidad, sin el peso de la apariencia ni la ansiedad de la competencia constante, es tener el valor de elegir una vida que nos haga sentido, aunque no siempre sea la más popular o rentable, porque hay riquezas que no cotizan en bolsa, como un almuerzo en familia, un paseo de domingo, una conversación honesta, un fin de semana sin apuros.
Claro, no se trata de romantizar la escasez, el dinero sigue siendo importante, especialmente en un país con tantas desigualdades como el nuestro, pero reducir el concepto de prosperidad únicamente a lo material es ignorar todo aquello que verdaderamente nos da plenitud; el desafío es construir una prosperidad más humana, más consciente, más compartida.
Hoy en día, muchas personas están emprendiendo no solo por ganar dinero, sino por impactar su entorno, como es el caso de jóvenes que crean negocios con propósito, campesinos que protegen la tierra mientras la cultivan, artistas que transforman a través de su arte, esa también es una forma de prosperar, de dejar una huella que trascienda.
En el Huila, tenemos múltiples ejemplos de esta nueva prosperidad, donde encontramos comunidades que se organizan para mejorar su territorio, mujeres que lideran procesos sociales, jóvenes que regresan al campo con ideas frescas e innovadoras, personas que entienden que crecer como sociedad no es solo producir más, sino vivir mejor.
Prosperar hoy es poder mirar atrás con gratitud, mirar al frente con esperanza y mirar alrededor con empatía. Porque al final, la verdadera prosperidad no se mide por lo que acumulamos, sino por lo que compartimos, por lo que aprendemos, por lo que aportamos.
Como sociedad, estamos llamados a redefinir el éxito, a celebrar nuevas formas de abundancia y a entender que la riqueza más valiosa es la que se refleja en nuestra calidad de vida, en nuestra paz interior y en nuestra capacidad de construir juntos un mejor mañana.
