Diario del Huila

Por un caficultor hecho con café

Jun 27, 2025

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Por: Ruber Bustos

Han pasado 98 años desde que nació la Federación Nacional de Cafeteros, y hoy, mientras celebramos también el Día Nacional del Café, me doy cuenta de que yo no sería quien soy sin el café. Soy caficultor desde que tengo memoria. Me enseñaron a cuidar los árboles como se cuida una familia: con respeto, con paciencia y con amor. Por eso digo, con orgullo, que estoy hecho con café.

No hablo solo del trabajo, sino de lo que el café representa para nosotros en el campo: dignidad, cultura, esperanza. Hoy, más que nunca, me emociona ver que el país empieza a reconocerlo también. La nueva Ley del Bienestar del Sector Cafetero Colombiano, aprobada por el Congreso, es una muestra de que no estamos solos. Esta ley trae algo que nos toca el corazón: la creación del fondo para la vejez de los pequeños caficultores y recolectores.

Esto no es poca cosa. Muchos de nosotros trabajamos toda la vida en la finca, sin un ahorro, sin pensión, y la vejez nos llega con los huesos cansados y los bolsillos vacíos. Pero ahora, gracias al programa de donación voluntaria “Quiero a los Cafeteros”, quienes disfrutan de una taza podrán aportar a ese fondo. ¿Se imaginan que cada sorbo de café en la ciudad también signifique bienestar para quienes lo cultivamos en la montaña?

Además, la ley declara al café como bebida nacional. Y tiene sentido. El café no es solo una bebida; es símbolo de lo que somos. En cada grano hay una historia, una tradición, un territorio. En mi caso, hay mañanas enteras bajo la neblina del Huila, caminando la finca con mis hijos, enseñándoles cómo leer el color de las cerezas.

La ley también habla de incentivar el consumo interno. Ojalá nuestros propios compatriotas valoren más el café que aquí se produce. Porque Colombia exporta el mejor café del mundo, pero muchas veces en casa tomamos el más barato, sin saber todo lo que hay detrás de una buena taza. Esta ley exige que las entidades del Estado compren café colombiano, preferiblemente a pequeños productores, a mujeres y comunidades rurales. Eso es justicia social.

Incluso propone incluir el café en programas de alimentación y en la educación básica. Que nuestros niños aprendan desde pequeños la importancia del campo y de la cultura cafetera. Que en la escuela se hable del café como se habla del Himno o de la bandera. Eso también es sembrar futuro.

Hoy, que la Federación cumple 98 años, agradezco su trabajo constante. Agradezco que todavía tengamos una institución que defienda al productor. Pero más que celebrar el pasado, es hora de mirar hacia adelante. Con leyes como esta, con más consumo interno, con más reconocimiento, el café colombiano podrá seguir floreciendo. Y quienes lo cultivamos, podremos envejecer con dignidad.

Yo seguiré aquí, hecho con café, trabajando la tierra, creyendo que sí es posible un mejor mañana, taza a taza. Porque el café, más que un cultivo, es una forma de vida. Y Colombia, por fin, empieza a entenderlo.

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