Por: GERARDO ALDANA GARCÍA
Mientras en el centro del poder político, en Bogotá, se libra una nueva batalla retórica, un duelo de espadas dialécticas entre la Presidencia de la República y la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI), el Huila, tierra de promisión, observa con el alma en vilo. El reciente ataque del presidente Gustavo Petro al gremio empresarial, tildándolo de enemigo o ‘agente de odio’, y las consecuentes manifestaciones, son más que un simple choque de trenes: son un viento helado que propaga la niebla de la incertidumbre y la parálisis. Este es un lujo que le pasa la factura a nuestra región, cuyo reloj económico no tiene tiempo para estas guerras de trinchera. Son al menos tres los altares económicos del Huila que se ven sensiblemente amenazados, con vocación clara de impactos negativos en el PIB regional: el café, el turismo y la piscicultura.
Es un hecho incontrovertible que el Huila, como despensa cafetera y piscícola y dada su condición de destino turístico con los atractivos ancla de San Agustín y la Tatacoa, necesita confianza y alianzas para crecer. De hecho, el poderoso fantasma de la polarización y la desconfianza, cada vez más visible, al estilo del de Canterville en el cuento de Oscar Wilde, debe ser conjurado y desdibujado para bien de la región y sus ciudadanos.
El Café: La Partida de Ajedrez sobre Tierra Fértil
En el ámbito cafetero y la financiación de sus diferentes eslabones, la caficultura es para los huilenses una dama que debe cuidarse en esta tremenda partida de ajedrez, en donde la improvisación del gobierno nacional tiene, además de la suya, dos torres, un alfil y solo dos peones, mientras que a la dama opita la acompañan siete peones, es decir, los laboriosos caficultores, y dos caballos, el Gerente General de Fedecafé y los gerentes de las cooperativas Cadefihuila y Coocentral.
La caficultura huilense, compuesta por miles de pequeños productores, requiere de créditos que germinen y de inversiones con horizonte de tiempo. Cuando el Gobierno ataca la institucionalidad empresarial (bancos, aseguradoras, exportadoras), genera una desconfianza sistémica. ¿Por qué una entidad privada arriesgaría su capital en proyectos que exigen la fe del tiempo, si percibe un entorno hostil o el riesgo de cambios regulatorios abruptos?
Y es que, en procura de su defensa, el empresariado recurre a atacar políticas gubernamentales que encuentra nocivas para sus asociados, lo que a su turno puede influir negativamente en variables macroeconómicas como la tasa de cambio, llevando a la volatilidad del dólar. Aunque un dólar alto beneficia la venta del café en el corto plazo, la inestabilidad es la carcoma en la viga. Los insumos agrícolas (fertilizantes, maquinaria) se pagan en dólares. La volatilidad convierte la planificación de cosechas en una apuesta de alto riesgo, afectando la rentabilidad del campesino, ese guardián de la montaña que siembra certezas.
El Turismo: Cuando el Miedo Espanta al Viajero
Por su parte, es oportuno considerar el impacto en el Turismo Huilense, donde la inestabilidad, confrontación y la inseguridad levantan un muro invisible que espanta a los visitantes. El Huila está apostando fuerte por el turismo (Desierto de la Tatacoa, San Agustín, Ruta Mágica del Café, Termales, entre otros). Esta polarización y ambiente de conflicto lo afecta directamente; por ejemplo, en el clima de inversión turística. Los grandes proyectos hoteleros o de infraestructura ecoturística requieren de capitales de inversión privados (nacionales o extranjeros). Si el discurso nacional promueve un ambiente de hostilidad contra el capital privado, el Huila se queda sin las semillas de inversión necesarias para construir un aeropuerto mejorado, fortalecer los centros de convenciones, o levantar esos grandes hoteles que saquen al sector del turismo ‘de mochila’ y lo lleven a un nivel de alto valor.
La percepción de seguridad se agrava desde la polarización política, sumada a los brotes de violencia que resurgen en el sur del país (y se sienten cada día más cerca de la capital huilense), lo cual crea una sombra de riesgo a nivel nacional e internacional. El turista prefiere evitar destinos donde el ambiente social parece caldeado. Es claro que el conflicto retórico nacional se traduce en tiquetes aéreos cancelados para el aeropuerto Benito Salas de Neiva o Contador de Pitalito. El miedo es el peor itinerario.
La Piscicultura: La Sombra en el Espejo de Betania
Pero también el impacto se puede sentir en la piscicultura, donde puede aparecer una regulación agresiva desde políticas nacionales. No es difícil recordar que el Huila es el principal productor piscícola del país, especialmente de tilapia, y es un sector que necesita reglas tan transparentes como el agua de la vivificante montaña. En la variable de regulación jurídica, la piscicultura, al depender de grandes inversiones en jaulones y permisos ambientales sobre el embalse de Betania, es muy sensible a la seguridad jurídica. El temor del empresario no es al control, sino a la regulación impuesta por la retaliación política. Un ambiente donde el Gobierno ve a los empresarios como enemigos genera miedo a que se impongan normas inviables o se revoquen licencias de manera arbitraria, truncando la cosecha del agua. Por su parte, en la competitividad y el empleo, el sector genera miles de empleos directos e indirectos. En este contexto de inestabilidad, si el inversionista piscícola desconfía del entorno regulatorio y decide no expandir su producción o incluso liquidar parte de sus activos, cabe la pregunta: ¿quién asume el costo de los empleos perdidos? La respuesta es simple y profunda: las familias huilenses, que son la raíz de nuestra tierra.
Un Llamado a la Tregua por el Huila
Frente a un contexto tan complejo, le haría bien un llamado a la tregua por el departamento. Un llamado en donde los líderes de opinión y los políticos en la capital del país deben entender que sus enfrentamientos retóricos son un lujo que el Huila no se puede dar. Mientras ellos luchan por titulares, los empresarios huilenses y la clase trabajadora luchan por la cosecha, el turista y la producción.
El Huila exige una tregua en esta guerra inútil. Le pide al Gobierno nacional morigerar el trato para con los empresarios y, muy al contrario, se sienten con honestidad y proactividad a construir confianza, pues de esa confianza depende el futuro de la taza de café, de los sitios vivificantes del turismo y de la fresca producción de tilapia, magnánima elaboración que se genera desde Huila, como una despensa para el país.









