Por: José Eliseo Baicué Peña
Asistimos a un mundo acelerado casi en todas sus facetas. Un mundo que sigue una ruta trazada por la tecnología y por el estímulo de una gratificación inmediata. Un mundo que busca y exige eficiencia en todas sus facetas, demandando una inusitada prisa nunca antes vista.
La gente sencillamente, se ha adaptado a ello, sin importar los bruscos cambios en los modos de vida ni los efectos que estos giros pueden llegar a suscitar.
Y, por supuesto, que los resultados no se hacen esperar. Se percibe una aceleración social en todos los rincones del planeta. Consecuencias lógicas como agotamiento, ansiedad, estrés, marginación, alienación, exclusión, insensibilidad social, violencia, deshumanización e intolerancia, entre muchos otros.
Ejemplos existen por doquier se observan diariamente. Y, aunque uno intervenga, las reacciones son casi violentas. Los turnos en las filas de los bancos, las aglomeraciones en los paraderos de buses, los conductores que transportan a los pasajeros como si fueran bultos, pues, se desplazan a toda velocidad y no les interesa si las personas van bien.
Las congestiones en los despachos, en los supermercados, en los centros comerciales, en los gastrobares, en fin, todos estos escenarios afectan el estado de ánimo de las personas y su comportamiento.
Toda esta situación ha conllevado a que los ciudadanos ya no sean amables, cordiales, comedidos, atentos, solidarios, benefactores. Se están acabando esos buenos modales. Y, ello es muy lamentable para la convivencia y para una buena calidad de vida.
Versados en estos temas sostienen que la amabilidad reduce los niveles de estrés, libera endorfinas, oxitocina, serotonina, e inyecta más energía y confianza en las personas que la practican.
Por su parte, científicos han asegurado que la amabilidad y los buenos modales, pueden llegar a prolongar el promedio de vida, porque regula la oxidación celular en todos los rangos de edad.
No olvidemos que la serotonina contribuye a la felicidad, la oxitocina regula la circulación y, por supuesto, ayuda al corazón.
¿Qué cuesta ceder el paso, saludar, dar las gracias, bajarse del andén, parar el ascensor, ayudar a pasar la calle, dar vía en el trancón, no pitar, ceder la silla en el transporte, … todo esto puede marcar diferencia, y dar motivación? Absolutamente nada.
Bienvenida la tecnología y el desarrollo de la ciencia. Pero, marquemos diferencia con sencillos modales y buenas maneras. Buen provecho.








