Alfonso Vélez Jaramillo
Hasta donde conozco, no creo que haya en el Huila una persona que considere, o, al menos, haya pensado que el ex senador Carlos Ramiro Chavarro, sea o haya sido paramilitar.
Además, que se conozca oficialmente, por parte de las autoridades, en este departamento no hubo presencia de paramilitares, antes del proceso de la Habana.
Eso no le pasa a nadie por la cabeza y, ¿Por qué meto las manos por Chavarro?, porque lo conozco desde muy joven, lo he tratado muchas veces como periodista por ser personaje público.
Además, como interlocutor en tertulias, como centro de conversaciones en temas políticos con otras personas y, siempre ha sido mencionado como una persona honorable, respetuoso de las instituciones.
Una cosa es la contradicción política partidista y otra que lo señalen con esos términos. Tampoco se tienen antecedentes públicos de estimular o de apoyar acciones ilegales.
Contrario, sí ha sido un perseguido y una víctima directa de la violencia. Inclusive, ni los enemigos o detractores políticos, se atreverían a tanto.
Una cosa es pedir seguridad para los huilenses a través de la fuerza pública constitucionalmente establecida, cuyo fin es garantizar los derechos y las libertades.
Otra, que, por su valerosa crítica, según las autoridades, a la violencia y el narcotráfico, generada por las Farc, que tenía el país casi de rodillas y sumido en medio del terror, deba tener nexos con el paramilitarismo.
Habría que señalar a la mayoría de los habitantes del Huila, los más afectados por la intimidación de “Alias el paisa”, que comandaba la tenebrosa columna “Teófilo Forero”.
El paisa era tan temerario, que hasta se atrevió asaltar el edificio Miraflores, en pleno centro de Neiva, hoy acogido al Acuerdo de Paz de la Habana.
Chavarro, se abanderó de la presión desde la plaza pública condenando la violencia y pidiendo más guarniciones militares en pleno proceso de paz, en un momento en que la gente estaba disimulada pidiendo a gritos la protección del Estado.
Carlos Ramiro Chavarro, recién egresado como abogado, ingresó al movimiento “Integración Conservadora” e irrumpió a la escena política del Huila como el segundo renglón de Gloria Polanco de Lozada, quien permaneció secuestrada siete años en poder de las Farc, desde el 26 de julio del año 2001.
Por cuya razón Chavarro, tuvo que reemplazarla en el Congreso todo el periodo. En la plaza exponía su vida exigiendo un Batallón de alta montaña en Algeciras y una base helicoportada con sede en la Novena Brigada, de Neiva.
Inclusive, el batallón en la Jagua, bases del ejército en San Guillermo y Zuluaga, zona rural de Garzón, estación de policía en El Caguán, cerca de Neiva, en Silvania, Gigante, y San Adolfo, en Acevedo y más retenes del Ejercito.
Guarniciones que hoy existen para bien de la seguridad de los Huilenses.
No era de esperarse menos que un miembro de las Farc se venga ahora contra Carlos Ramiro Chavarro.
Paradójico: Chavarro, es un valeroso dirigente político huilense que cuando era senador no se escondió del peligro y siguió visitando a sus amigos en todos los municipios, pese a la delicada situación de violencia que vivía el país, especialmente el Huila.
Las insistentes amenazas del paisa contra su vida y la de su familia eran de espanto, nadie decía nada en aquella época y quien se atrevía a hacerlo se le miraba con intranquilidad, unos con respeto, otros con inalterable temor.
Era tan difícil la situación que no conozco un solo liberal, ninguno de quienes “les sobaban la chaqueta” a los dirigentes políticos como Jorge Eduardo Géchem y Consuelo González de Perdomo, que se atrevieren a sacar un comunicado condenando sus detestables secuestros.
No por ofender, y la verdad hay que decirla. Se morían “del culillo”, el miedo o el temor, que les daba exponer contra los condenables hechos, muchos decían ser sus amigos.
Chavarro fue valiente, y hasta donde lo conozco, no creo que haya en el Huila alguien que tenga prueba de que era ilegal en sus actuaciones en favor de la paz y la tranquilidad.
Inclusive, no fueron pocas sus intervenciones en plaza pública y los medios de comunicación, en las que pedía al Gobierno nacional y al Ejército, más protección para el departamento.
No creo que sea un motivo para sindicarlo de paramilitar, cuando todo mundo sabe que es un hombre pasivo, quien tuvo que sacar a su familia del Huila para evitar una desgracia, que pedía la intervención de la fuerza pública, una manera, dentro del marco legal para reclamar seguridad.
Soy defensor, como víctima de la violencia, del Acuerdo de paz con las Farc y todo el mundo lo sabe, inclusive los mismos comandantes de la novena brigada coroneles Valencia, Bautista, Rodríguez etc., lo sabían, porque hablaba con ellos sobre este tema.
Al tiempo, soy defensor de las instituciones militares como garantes de la paz y los derechos constitucionales de los ciudadanos.
Inclusive, me disculpan lo personal, pero es pertinente, fui distinguido en el año 2.016, pleno proceso de paz, con la Orden “José María Córdoba”, del Ejercito, por servicios prestados a la institución en defensa de su buen nombre, y creo que esa condecoración no me hace paramilitar.
Carlos Ramiro, y todo el mundo lo sabe, en medio del terror sembrado en el departamento por el paisa y su demoledora “Teófilo Forero”, criticaba a la guerrilla y su accionar.
Está comprobado que el asesinato del exgobernador Jaime Lozada, era un atentado contra él, se equivocaron y lamentablemente le quitaron la vida la Lozada, otra víctima de la desquiciada violencia.
Precisamente, este miércoles, completa 20 años de haber perdido la vida, pero primero, le hicieron daño a su familia, secuestraron a Gloria su esposa y dos de sus hijos.
Por lo anterior, no es de buen recibo que una persona como Milton de Jesús Toncel, alias ‘Joaquín Gómez’, antiguo miembro de Secretariado de las Farc, diga ahora que al interior de su organización Chavarro era considerado de tener vínculos con el paramilitarismo.
Como aseguró Carlos Ramiro Chavarro, “Es un señalamiento perverso, injurioso, calumnioso, mentiroso, falto a la verdad hacia mí”.








