Así el ejecutivo exprese que la economía se encuentre atravesando momentos de crecimiento, por los recientes resultados publicados por el Dane, no es coherente con la verdadera realidad que está presentando el sector empresarial en sus informes trimestrales que vienen difundiendo. Aunque la economía, muestra indicadores positivos, se prevé un crecimiento de 2,4% al finalizar la presente vigencia, cifra inferior a la obtenida en anteriores gobiernos. El desempleo alcanzó en julio su nivel más bajo en casi 25 años (8,8%), pero es contradictorio, porque el sector informal se ha incrementado a 13,2 millones de personas y el empleo formal apenas supera los 10 millones. Igualmente, el mercado bursátil ha sido el cuarto con mejor desempeño del mundo, subiendo 54% en el último año; y el turismo ha crecido hasta recibir 7 millones de visitantes en 2024, dos millones más que en 2022. Pero este sector se ve reflejado por el aumento del número de cruceros que arriban a Cartagena y Santa Marta y por el aumento del tránsito de pasajeros por vías aéreas. En el resto de las regiones del país, es muy pobre la llegada de turistas por los reiterados ataques de los grupos narcoterroristas a la población civil y a las Fuerzas Militares de Colombia.
Por tal motivo, el sector empresarial se ve afectado directamente por el accionar criminal de estas organizaciones criminales. La revista Economist en su reciente edición, ha expresado que incluso las áreas donde el gobierno nacional ha concentrado sus esfuerzos han avanzado poco. La pobreza extrema casi no se ha reducido y Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo. Un problema que el ejecutivo buscó solucionar con el anuncio de un drástico aumento del salario mínimo, pero que terminó incentivando aún más la informalidad. La mayor amenaza para la economía, sin embargo, es el gasto público desbordado. El déficit fiscal superará el 7% del PIB, elevando la deuda pública a más de 60%, un máximo histórico. Estos indicadores no generan confianza.
Consideramos que este importante sector generador del 85% de los recaudos y del 85% del empleo formal, no debe desfallecer para seguir construyendo país. Solo faltan 10 meses para que termine este viacrucis. Así al gobierno nacional le vaya mal, en el país todavía sobrevive un tejido empresarial que han articulado una red industrial, manufacturera, financiera, agroindustrial, comercial y agropecuaria, que no ha sido destruida por la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica del país. El gobierno nacional no logró su cometido. Es rechazable desde todo punto de vista que las marchas promovidas por el ejecutivo, por sus sesgos ideológicos y odios empresariales, la emprendan contra la ANDI como ocurrió el viernes anterior en Bogotá, cuando un grupo de gestores sociales encapuchados atacaron violentamente sus oficinas y vandalizaron un CAI en la capital de República.







