Por: Mario Solano
En todos los entornos —familiares, laborales, políticos— existen personas que parecen disfrutar vivir en el caos. Donde estén, siembran confusión, enfrentamientos y tensiones. Tienen un patrón persistente, que necesitan y por eso alimentan el desorden el caos. La pregunta es ¿Por qué lo hacen? ¿Qué ganan con desestabilizar? La respuesta no es fácil o sencilla, pero tiene raíces claras en la psiquis humana. Son personas que han crecido en ambientes inseguros o inestables, en hogares disfuncionales, permitiendo que encuentren en el caos el refugio psíquico, siendo el desorden emocional su zona de confort.
El caos es lo único que reconocen como “normal”. Vivir en conflicto les da una extraña sensación de control, por eso el vivir en paz, en tranquilidad, se sienten sin poder, desnudas y buscan construir el caos, para después ellos mismos ofrecer la solución, constituyéndose el caos es una herramienta de dominación, de control sobre una comunidad o una sociedad, rasgo peligroso en un dirigente político. Ellos buscan dividir, sembrar dudas, estas personas después de crear el caos, se colocan en el escenario como “salvadores”, víctimas o figuras indispensables, así donde reina el desorden, se presentan como expertas en apagar incendios que la mayoría de las veces, ellas mismas han creado ese desorden.
Desde la semiología social, el caos también comunica. A través del drama o el rumor, emiten señales que buscan atención, validación o sumisión. Generar tensión, es su manera de imponer significado en un entorno que no controlan por otros medios, usan el caos como estrategia de manipulación hacia su gente, siendo muy visible este estereotipo en la política.En este tipo o rasgo de personalidadse encuentran trastornos como el narcisismo(tener una imagen aumentada de si mismo), mitómano(decir mentiras permanentemente), paranoide(desconfían de todo), que no han sido diagnosticados ni gestionados.
Estos cuadros clínicos, no eximen del daño que generan en una sociedad. La falta de introspección(no se analizan así mismo) los convierte en bombas sociales. Este comportamiento con el tiempo, desarrollan una dependencia emocional al conflicto, porque eso les da adrenalina para sentirse vivos, tornándose en una adicción emocional, no pueden observar algo en paz, que funcione bien, tienen que desbaratarlo y generar conflicto. Toca identificar este tipo de personas para ponerles limites, el orden no puede ser débil ni negociable, ni ser romantizado.
