Diario del Huila

Perdiendo visa por un sueño

Oct 2, 2025

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La semana pasada viajé a Nueva York justo un día después del tropel diplomático que se formó tras el discurso de nuestro presidente en Time Square. Como colombiano, esperaba que el discurso de Petro hubiera agitado a los medios locales, y que hubiese sido tendencia entre la comunidad neoyorquina. Pero la verdad, en esta ciudad pasan tantas cosas todos los días, que poco se habló del monumental acto del presidente, sin importar que este significara la revocación de su visa diplomática.

Petro viajó a Estados Unidos para la asamblea número 79 de las Naciones Unidas y enfocó su discurso en pro del cese al fuego en Palestina, hasta ahí todo iba acorde a la agenda. Luego de esto, el presidente decidió visitar Time Square, el corazón de la ciudad de Nueva York, acompañado de un megáfono y del legendario artista Roger Waters. En un acto de rebeldía, Petro sugirió al ejército estadounidense que se revelara en contra del presidente Trump tras su posición en el marco del conflicto en Gaza.

Esto que dijo nuestro presidente en Times Square puede sonar como una frase lanzada al viento en cualquier otro país, pero en Estados Unidos, un país de alma militar, esas palabras son extremadamente delicadas, mucho más si viene del presidente de otro país. Para los americanos la idea de un levantamiento no se toma tan a la ligera, sino que puede llegar a considerarse un delito federal que se paga con cárcel. Que la cosa no haya pasado a mayores, pese a la revocación de su visa, se podría decir que fue un desenlace no tan desafortunado.

Y aunque todo esto fue digno de una novela de Fellini, lo más particular sucedió después. Tras su regreso a Colombia, algunos funcionarios del gobierno, en un gesto de solidaridad con el presidente, anunciaron con solemnidad que renunciaban a su visa americana, una especie de ofrenda simbólica que para nosotros los ciudadanos es irrelevante, pero que seguramente para Petro fue algo quijotesco. Y mientras veía todas estas renuncias de visado en Twitter, yo me preguntaba: ¿de verdad alguien renuncia a un documento personal solo para acompañar a un político que escuda su irresponsabilidad diplomática bajo la “dignidad”? Un documento que, más allá de cualquier pretensión social y estatus como afirman algunos influencers, resulta útil para cualquier colombiano que quiera visitar a un pariente que trabaje en Estados Unidos, o acompañar a un familiar en un tratamiento médico, o poder atender una escala de tránsito aéreo, o que simplemente sueñe con expandir su emprendimiento en un mercado más prometedor.

Pero lo más grave es que, entre esos leales funcionarios donde se encuentra nuestra Canciller (la encargada de las relaciones exteriores de nuestro país) también está nada menos que el Ministro de Hacienda. Ahí el simbolismo pierde todo lo simbólico, y se convierte en un riesgo tangible para todos los colombianos. Porque mientras el ministro de la entidad que se dedica a manejar los recursos del Estado declama fidelidad a Petro renunciando a su visa, los inversionistas internacionales no podrán reunirse con él ni en Nueva York ni en Washington, donde nuestro país asiste cada año en busca de recursos financieros. Y estos recursos se destinan, en su mayoría, para programas sociales que nos benefician a nosotros, los ciudadanos, que no sobrevivimos ni comemos de las disputas ideológicas de ningún político ya sea de derecha o de izquierda. Las grandes calificadoras de riesgo, los principales bancos de inversión y los fondos que financian al Estado colombiano no se operan mediante mensajes de WhatsApp, sino con reuniones cara a cara. ¿Qué imagen deja un país cuyo Ministro de Hacienda no tiene cómo entrar a la mesa de negociación con una entidad de estas?, ¿será que nos otorgan mejores créditos gracias a su ausencia?

Y mientras tanto, las relaciones con nuestro socio comercial histórico, el que representa el destino de buena parte de nuestras exportaciones agrícolas, se ven afectadas. Y posiblemente en el peor contexto; justo cuando la administración del presidente Trump establece el uso de aranceles como arma política. Justo ahora, nuestro gobierno arriesga que el país pierda la competitividad que ha ganado frente a países como Brasil o Vietnam en la exportación del café; o en los aguacates, las flores, el cacao, y en las industrias agrícolas que este mismo gobierno pedía tiempo atrás que impulsáramos para dejar de depender de las exportaciones de carbón. Irónico, ¿no?

Al final, la discusión no es la visa, ni tampoco el simbolismo de renunciar a ella. El asunto es la ligereza con la que quienes se supone son las personas más preparadas del país, toman decisiones que nos afectan a cincuenta millones de colombianos, sin pensar en las consecuencias para nosotros. Petro puede viajar a otros países sin visa como afirma en Twitter, por supuesto, pero no puede gobernar sin la responsabilidad de entender lo que sus palabras y gestos significan en el escenario internacional para 50 millones de colombianos.

Con el aroma de una taza de café de exportación, los saludo,

Santiago Ospina López

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