Ruber Bustos Ramírez
El reciente anuncio sobre la implementación del Plan de Acción Solidario (PAS) por parte de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia es un avance significativo para todos los que formamos parte del gremio cafetero. Especialmente para nosotros, las cooperativas y caficultores de Nariño, Cauca, Salgar, Anserma y, por supuesto, Huila.
Con el 69% del café pendiente en contratos a futuro ya saldado, estamos hablando de más de 22 millones de kilos de café regularizados. Y esto no es solo un número. Es un respiro, una oportunidad real para estabilizar nuestras cooperativas y, por ende, el sector en general.
El trabajo que han venido haciendo las cooperativas en la comercialización del café ha sido clave para garantizar la estabilidad de nuestra industria. Los contratos a futuro nos permitían vender café a un precio fijo anticipado, protegiéndonos de las fluctuaciones del mercado. Sin embargo, el inesperado aumento del precio internacional del café en los últimos años obligó a las cooperativas a vender a un precio mucho más alto del pactado, lo que generó pérdidas millonarias. Durante los años 2020 y 2021, varias entidades de este tipo enfrentaron serios problemas para cumplir con esos contratos firmados a precios inferiores, y eso puso en riesgo nuestra estabilidad financiera.
Hoy, con el PAS, damos un paso crucial para saldar esas deudas. Como caficultor, veo en este modelo una solución clave para estabilizar nuestras cooperativas y evitar mayores problemas financieros. Claro, es fundamental que sigamos cumpliendo con nuestros compromisos, pero este acuerdo refuerza la garantía de compra, asegurando la sostenibilidad de las cooperativas y la tranquilidad de todos nosotros, los productores.
Es en este contexto donde la garantía de compra cobra un papel fundamental. Este servicio nos garantiza a los productores la compra de nuestro café al mejor precio base del mercado, con pago de contado, calculado de forma transparente, sin intermediarios, y lo mejor de todo: en lugares cercanos a nuestras fincas, durante todo el año. Es el servicio que más valoramos, porque no solo es una garantía de que el café se comprará de manera justa, sino que también nos da una gran seguridad al saber que no dependemos de intermediarios que desangran nuestras ganancias.
Además, la Federación nos ofrece una capacidad logística y de acopio a través de una extensa red de más de 500 puntos de compra a nivel nacional, propiedad de 33 cooperativas de caficultores. Este servicio, que comenzó a operar en 1958, asegura que podamos vender nuestro café cerca de casa, sin tener que gastar grandes cantidades de dinero en transporte, algo vital en un país con la geografía de Colombia. Incluso en los lugares más alejados, los caficultores pueden acceder a estos puntos, lo que hace una gran diferencia para nosotros.
Este esfuerzo es un claro ejemplo de cómo la institucionalidad y la solidaridad gremial son pilares fundamentales para la construcción de un futuro estable para los caficultores colombianos. Juntos, seguiremos trabajando para asegurar que nuestras cooperativas permanezcan fuertes y sostenibles. Porque la estabilidad financiera del sector depende de estos acuerdos que nos permiten seguir adelante, con seguridad y confianza en un camino común.
Seguimos adelante, porque juntos podemos lograr la estabilidad que tanto necesitamos.








