DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
Mis hermanas, todas pasaditas de los 60 años de edad en este momento, resolvieron un día que, al pensionarse, ninguna se iba a quedar en la casa aburrida y sin oficio. Gracias a que tenemos un buen local, esquinero, en la calle 11 con carrera 6, en Neiva, herencia de nuestros padres, en 2018 se lanzaron a fundar un restaurante que ha sido una bendición porque tienen trabajo y se divierten comadreando entre ellas y con la clientela, que a Dios gracias es excelente, toda gente conocida como se dice en el argot popular. No es un sitio rimbombante ni super lujoso, pero es amplio, cómodo, climatizado, bien presentado, donde se venden a precios muy cómodos, deliciosos almuerzos, ejecutivos y platos a la carta, elaborados con la misma fórmula y sazón que ellas practicaron toda la vida. Platillos que resultaban muy atractivos cuando nos invitaban a sus casas a degustarlos. Recuerdo que después de cada comilona, los comensales les decíamos: “Esto está muy rico, si ustedes pusieran un restaurante sería un éxito”. De tanto oírlo se la creyeron y terminaron montando el Restaurante “Parrilla 11”, que abrió sus puertas en la calle 11, un 11 de noviembre (mes once) a las 11 am. Así estaba planeado. Aunque cuentan con personal suficiente para atender la cocina y las 25 mesas que tienen, a ellas les encanta estar metidas en todo. Esa supervisión e intervención directa, ha hecho que se preste un buen servicio y que quienes las visitan se vuelvan clientes permanentes. Hace poco una de mis hermanas tuvo un traspiés, después del cual muchos pensaron “hasta aquí llegó el restaurante”. Gloria, que es alma del negocio, junto a Nancy, Olga y Nora, sufrió un accidente en las escaleras de su casa, que le produjo una fractura de columna. Afortunadamente no tan grave como imaginamos al comienzo, ya que no necesitó cirugía. Estuvo varias semanas tendida en una cama sin movilidad, usando un aparatoso corsé que todavía lleva puesto sobre la ropa. Hace poco se sintió mejor y reinició actividades, todavía con el corsé a cuestas. Así va al restaurante a estar pendiente de todo, a pesar que le dicen que se esté quieta, pero eso no está en el ADN de ninguna de mis hermanas, así estén acercándose al séptimo piso. El restaurante es vida para ellas.
