Diario del Huila

Panorama del 2026

Ene 4, 2025

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Por: Ernesto Cardoso Camacho

Con el inicio del nuevo calendario es inevitable procurar una observación hacia lo que se vislumbra para la humanidad en todos los aspectos.

Sin duda lo primero se relaciona con el tema ambiental del planeta, aspecto que con el llamado cambio climático ha constituido toda suerte de especulaciones, unas científicas, otras cabalísticas que ofrecen diversas  especulaciones originadas en las llamadas profecías bíblicas como la del libro del apocalipsis o del profeta Malaquías. Lo único cierto es que el planeta como parte del insondable universo aún no suficientemente explorado ni explicado, sufre permanentes transformaciones evolutivas todavía no comprendidas, hecho que refuerza la teoría de la creación Divina como principal soporte de nosotros los creyentes.

En relación con los fenómenos sociales, culturales, económicos y políticos, los cuales si dependen totalmente de la voluntad humana, el panorama que se avizora es de evidente preocupación; pues la rapidez con la que se están produciendo ha conducido a una humanidad sin valores éticos ni morales; a una transformación cultural en la que la familia como núcleo vital viene siendo desfigurada al punto que instituciones trascendentes como el matrimonio tradicional se ha equiparado al de personas del mismo sexo; la preferencia sexual ha sido diversificada hacia comportamientos cada vez más libertinos y autonómicos; los hijos como prolongación natural de la especie humana están siendo reemplazados por mascotas; en fin, es evidente una transformación de los valores y principios tradicionales que soportaron la evolución humana hacia sociedades ordenadas, predecibles y estables; mientras lo que hoy se observa es una clara anarquía cultural donde lo que prevalece es lo inestable, lo incierto, lo impredecible, a cuenta de un libertinaje que está deshumanizando la esencia natural que caracteriza al ser humano.

En este escenario cultural y social, caótico y anárquico, la esencia de los valores humanos se están confundiendo con una propaganda ideológica del llamado progresismo que estimula tales antivalores en una sociedad consumista dirigida al más puro materialismo en el cual naufraga la espiritualidad trascendente del ser humano.

Por otra parte, el motor de la economía global se mueve hacia la más evidente codicia por el dinero, donde las sociedades más desarrolladas siguen ahogando las posibilidades de crecimiento de las menos afortunadas, causando fenómenos de extrema desigualdad que se manifiestan en  inestabilidad política y conflictos sociales, los cuales estimulan la inmigración desbordada que hoy observamos.

Ni que decir de la llamada geopolítica, la cual obedece a patrones muy consolidados donde ya no es Estados Unidos la gran potencia que rige los destinos del mundo, pues el desarrollo económico y tecnológico acumulados los comparte con China, Rusia; India, entre otros,  y con países donde en el golfo pérsico y el Islam constituyen una seria amenaza a su seguridad nacional, además de la masiva inmigración que ahora Trump quiere detener. Es curioso pero como lo observan diversos analistas, la gran Europa organizada como comunidad económica y política, es la que ha perdido relevancia en esta batalla geopolítica, donde muchos coinciden en considerar que por su equivocada conducción en relación con la prolongada invasión rusa a Ucrania, está debilitada y con profundos problemas internos que le generan inestabilidad política y social.

En este rápido panorama es evidente que la humanidad sigue cada vez más, agobiada y doliente, como lo expresa con sabiduría una frase que acabamos de recordar los creyentes en nuestra celebración navideña.

Y en nuestra adolorida patria colombiana que nos avizora el nuevo año? Una visión difícil e impredecible. Inmersos en esta inestabilidad global, nuestras propias realidades parecen insignificantes. No obstante, la dinámica de nuestra realidad política y social parece ser suficiente para no ser muy optimistas. El gobierno de Petro dejará muchas huellas en la institucionalidad democrática colombiana. La principal de ellas, en mi modesta opinión, podría observarse en que la credibilidad y confianza en los dirigentes políticos ya sean de izquierda o de derecha, ha entrado en franca crisis, debido a la aberrante corrupción que se apropia de manera delictiva y criminal de los cada vez más escasos recursos públicos. Las promesas demagógicas de cada gobierno han agotado la paciencia ciudadana, pues los problemas y dificultades crecen sin solución alguna, mientras los privilegios de los políticos se incrementan en forma desafiante fracturando la equidad social. El complemento inevitable de esta dolorosa realidad es la impunidad que campea en todos los escenarios del control político y especialmente del sistema judicial.

Desde luego la violencia y la criminalidad sistemática que no logra controlar el Estado, constituyen otro elemento que contribuye a la desconfianza en las instituciones y a la fatiga evidente con la clase política colombiana que se percibe indolente y ausente para superar las realidades sociales.

Un panorama desalentador e impredecible es el que nos espera. Que Dios nos tenga de su mano.             

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