El 7 de agosto de 2002, durante la posesión presidencial de Álvaro Uribe Vélez, en pleno corazón de Bogotá, un atentado con rockets perpetrado por las Farc dejó un saldo trágico de 21 civiles muertos y más de 50 heridos.
El ataque, dirigido a la Casa de Nariño y a los alrededores de la Plaza de Bolívar, marcó el inicio de un mandato que prometía ser frontal contra las guerrillas. Uribe, quien en su campaña había prometido combatir militarmente a las Farc y poner fin a los diálogos de paz que caracterizaron el fallido proceso del Caguán (1998-2002), se convirtió en blanco inmediato de ese grupo armado.
El atentado, recordado como uno de los más impactantes contra un presidente en posesión, no logró su objetivo principal. Según declaraciones posteriores, las Farc habían movilizado redes urbanas y refuerzos rurales para ejecutar el ataque, en un intento de impedir que Uribe asumiera el poder.
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Pablo Catatumbo, excomandante de las Farc y ahora senador, habló abiertamente sobre el atentado en una entrevista con el senador Andrés Guerra, del Centro Democrático. Confesó que quisieron “recibir a bala” a Uribe desde el primer momento.
El excomandante detalló cómo se planeó el ataque. “Se consiguieron morteros y dispararon, pero, con tan mala puntería, no lograron acertar ni uno solo a la Casa de Nariño”, relató. Sin embargo, evitó revelar quién fue el autor intelectual del atentado y negó haber participado directamente, afirmando que en ese entonces estaba en una zona rural lejana a Bogotá.
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