Mientras el primer mandatario de los colombianos se encuentra en Nueva York participando y liderando las protestas sociales contra la presencia del primer ministro Israelí Benjamín Netanyahu que se encuentra participando en la Asamblea anual de la ONU y para apoyar al grupo terrorista Hamas, buscando con ello que las autoridades norteamericanas rechacen esta actitud del presidente colombiano. Se pueden producir posteriormente serias sanciones contra el gobierno nacional. Es muy grave esta actitud.
Se ha metido en la boca del tigre. Con los Estados Unidos no se pueden generar esta clase de hechos políticos, en su propio suelo norteamericano, por las eventuales consecuencias que le puedan ocasionar al ejecutivo. No se puede romper de un tajo, la diplomacia que se debe mantener entre las Naciones. Es la primera vez que un presidente de la República se atreve a ir a protestar en las calles de una ciudad norteamericana. No queremos generar pánico con estos juicios de valor que planteamos desde esta casa editorial. Nos caracterizamos por la objetividad periodística con que analizamos los hechos políticos a nivel nacional e internacional.
No es lo mismo salir a protestar con las mingas indígenas y organizaciones sociales en Colombia, que hacerlo en territorio estadounidense, donde las leyes criminales son muy estrictas y duras, contra los actores que atentan contra la seguridad estadounidense y la paz de la sociedad del país más grande del mundo. Y sobre todo en medio de la nueva geopolítica que se ha venido instaurando desde el pasado 20 de enero cuando se posesionó como primer mandatario de la sociedad norteamericana, Donald Trump.
Igualmente, con las tensiones que se está viviendo actualmente, producto de la reiterada retórica barata que ha venido expresando en sus trinos y discursos incendiarios del presidente Petro contra los intereses del pueblo del país del Tío Sam. Consideramos que el ejecutivo debe bajarles vapor a estas expresiones inamistosas, que en nada contribuyen a la sana convivencia entre los pueblos del mundo. Atrás debe quedar la arrogancia y la soberbia presidencial.
Nos estamos aislando de las principales potencias y otros países del mundo. El reflejo se generó cuando en el discurso que pronunció el primer mandatario de los colombianos en la ONU, las representaciones diplomáticas se retiraron inmediatamente, quedando el recinto semivacío. En este clima de incertidumbres y vacíos, no se pueden seguir auspiciando más confrontaciones absurdas, por la forma inelegante y anti diplomática como se están desarrollando, por los sesgos ideológicos absurdos y que se encuentran en decadencia, así los áulicos del ejecutivo digan lo contrario. Colombia debe recuperar esos espacios perdidos. El próximo presidente que sea elegido en el 2026, debe, ante todo, hacer una verdadera reingeniería en el campo diplomático y recuperar el respeto y la confianza con todas las demás naciones, que se han perdido durante el último trienio.
