La opinión pública se encuentra totalmente desilusionada por el accionar gubernamental para contrarrestar el avance criminal de las organizaciones narcoterroristas en el territorio nacional. Más de 800 municipios se encuentran sometidas a la voluntad de estas organizaciones que tienen aterrorizadas a las familias. Esta situación no es de poca monta, como lo quieren exteriorizar los precandidatos afectos al ejecutivo, que se pavonean en el pais, expresando que la violencia se ha sobredimensionado. Algo absurdo. La realidad es otra. La situación de orden público sigue siendo motivo de enorme preocupación en el país. A los reportes provenientes de zonas bajo el agobio de los grupos armados se sumó el mes anterior, el informe del alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos correspondiente al 2024. Igualmente, los alcaldes y gobernadores también lo afirman. Todos le han pedido al gobierno nacional que actúe contra estas expresiones de violencia. Hay una grave preocupación que existe una mayúscula preocupación frente al grave deterioro de la seguridad nacional.
Consideramos que el ejecutivo, no puede seguir creyendo que se trata de una conspiración en su contra. Las voces al unísono le piden que se reconecte con la realidad. En Colombia las personas se sienten atemorizadas ante la fuerza de los grupos criminales, y los mandatarios locales ven con frustración cómo las ciudades se les salen de control. No es un desprestigio contra el “Gobierno del cambio”, es un reclamo para que el Estado muestre mejores resultados. Tal vez el presidente considera que estamos en un momento extraordinario. Sin duda lo es en términos de recrudecimiento de la violencia. Las bombas del ELN, de las disidencias y del Clan del Golfo, en algunas regiones del país, muestran la falta de control por parte de las autoridades, la incapacidad del Estado de mantener el monopolio de la fuerza y cómo la paz total sigue siendo un sueño lejano. Esperamos que el nuevo ministro de Defensa sea una oportunidad para tender puentes, mejorar la coordinación y, sobre todo, dar resultados operacionales. Es urgente que ocurra.
La situación de desplazamiento forzado, las masacres, aumento del narcotráfico, ataques, asonadas y secuestro de integrantes de las fuerzas militares, quema de tanques de guerra, reclutamiento forzado y aumento de los bloqueos de las vías, son entre otras realidades que se están viendo a lo largo y ancho del país. Lo anterior refleja la razonable inquietud de múltiples actores y observadores frente al deterioro de la seguridad en vastas regiones de Colombia. Son cada vez más frecuentes los reportes de intimidaciones en todo tipo establecimientos comerciales, industria, minería formal, y transporte público, lo cual no son fundadas estas quejas del sector productivo y no como lo hacen desde el gobierno central, que buscan bajarle vapor a este inconformismo generalizado, donde solo ellos se lo creen, desde los despachos ministeriales.







