El destino de la reforma a la salud está nuevamente en manos de la Comisión Séptima del Senado, donde nueve de sus 14 integrantes ya la hundieron el año pasado. Aunque el Gobierno logró su aprobación en la Cámara con la intervención del ministro del Interior, Armando Benedetti, el panorama en el Senado sigue siendo incierto, con un bloque de oposición consolidado y varios congresistas indecisos.
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Los partidos Conservador y Centro Democrático han ratificado su rechazo, asegurando que la reforma no resuelve la crisis del sistema y que su financiamiento es incierto. Mientras tanto, senadores de La U, ASI, Liberal, MIRA y Colombia Justa Libres han manifestado dudas, señalando la falta de claridad sobre el impacto fiscal y los cambios estructurales en la administración de los recursos de salud.
Uno de los puntos más polémicos es el papel de la Administradora de los Recursos del Sistema de Salud (ADRES), que podría pagar facturas sin auditorías previas, lo que genera preocupación sobre la transparencia y el control del gasto. Este aspecto, sumado a la incertidumbre sobre el aval fiscal, será determinante en el debate.
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La estrategia del Gobierno dependerá de la capacidad de Benedetti para negociar y sumar apoyos en una Comisión que ya ha demostrado su independencia. En las próximas semanas, el Senado definirá si la reforma avanza o si, como hace un año, se estrella contra el muro de los nueve votos.
