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No hay plan de contingencia en el Huila frente a desastres por derrame de hidrocarburos

Nov 5, 2025

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Por: Niyireth Cruz

El volcamiento del camión cisterna desató una emergencia ambiental que amenazó con dejar a 200.000 habitantes sin agua potable, exponiendo la brecha entre los planes de contingencia «en papel» y la realidad operacional del corredor vial del Sur del Huila.

En horas de la mañana en la vereda Villa Fátima, en el corregimiento de Bruselas, jurisdicción de Pitalito, ocurrió el incidente vial transformándose en una emergencia ambiental de proporciones catastróficas. El volcamiento lateral de un camión cisterna que transportaba diésel desató la fuga de una marea negra de aproximadamente 2.000 galones de combustible, un volumen que, en cuestión de minutos, llegó hasta la quebrada El Cedro. Esta pequeña afluente, vital para la región, desemboca directamente en el río Guachicos, la arteria hídrica que abastece el acueducto principal de Pitalito, el segundo municipio más grande del Huila.

La magnitud del derrame puso en jaque el suministro de agua para cerca de 200.000 habitantes, obligando a las autoridades a suspender inmediatamente la operación de la bocatoma como medida preventiva. Pero la noticia más preocupante y que hoy centra el debate nacional sobre la seguridad en el transporte de hidrocarburos, es la que reveló el Capitán del Cuerpo de Bomberos de Pitalito Gilberto Rojas Sánchez: “la empresa encargada de la contingencia, que por norma debe ser la primera respondiente en este tipo de incidentes con materiales peligrosos, tardó cerca de nueve horas en llegar al sitio” Señaló.

Durante ese tiempo, fueron el cuerpo bomberil con las autoridades locales quiénes asumieron la tarea de evitar un desastre peor con un desenlace que habría podido ser fatal.  Sin la intervención inmediata, habría derivado en una crisis de salud pública y un daño ecosistémico irreversible.

La fuga de 2.000 galones

La emergencia se registró Este lunes festivo, en un punto crítico de la Ruta 45. El vehículo cisterna, cargado con diésel, sufrió un volcamiento lateral, liberando casi la totalidad de su carga de manera violenta. Aunque un reporte inicial manejaba la cifra de 700 galones derramados, el informe final del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Pitalito confirmó la alarmante fuga de aproximadamente 2.000 galones de combustible hacia la quebrada El Cedro.

La geografía del lugar convirtió el accidente en un desastre inminente para la población. La quebrada El Cedro es el primer eslabón de una cadena hídrica que finaliza en la potabilización y distribución de agua para Pitalito. Cada minuto de fuga representaba una amenaza directa a la salud de la comunidad y al ecosistema.

De manera inmediata, el Cuerpo de Bomberos de Pitalito, desplegó una respuesta contundente y técnica. Se movilizaron tres máquinas y 12 unidades de socorro, activando un protocolo de respuesta para materiales peligrosos (Hazmat) en condiciones adversas. El capitán Rojas, en su reporte, destacó la magnitud de la acción: «De manera inmediata, el cuerpo de bomberos despliega tres máquinas y 12 unidades para controlar la situación.»

La estrategia se centró en una carrera contrarreloj para frenar el avance del hidrocarburo, que se esparcía rápidamente aguas abajo. Se instalaron puntos de contención en distintos sectores de la quebrada, incluyendo zonas vitales como la vereda La Cristalina y el puente de ingreso a Bruselas. En estos puntos estratégicos, el personal de bomberos implementó una combinación de medidas técnicas: se instalaron barreras de control de hidrocarburos (oleofílicas) y, en paralelo, se construyeron diques de contención rudimentarios para represar físicamente el combustible.

Simultáneamente a la contención del derrame, un equipo especializado de bomberos ejecutó el trasiego del combustible restante de la cisterna accidentada a otro vehículo. Esta maniobra crítica, realizada con equipos institucionales especializados, fue esencial para reducir dramáticamente el riesgo de un incendio o de nuevos derrames que habrían agravado la catástrofe.

Los trabajos de control y mitigación se extendieron hasta las 8:18 p.m. de ese mismo día, y el vehículo involucrado solo pudo ser retirado por la concesionaria vial alrededor de la 1:00 a.m. del día siguiente.

Una crisis hídrica

Pese a la heroica contención, el riesgo se materializó en la infraestructura de suministro. La empresa de servicios públicos de Pitalito, EMPITALITO E.S.P., confirmó la mañana siguiente la presencia de residuos.

«EMPITALITO confirma presencia de residuos de combustible en la bocatoma,» citó el informe de seguimiento. Aunque la mancha principal fue contenida, los residuos de combustible se habían adherido a las piedras y el material vegetal del cauce que alimenta la bocatoma del municipio. Esto obligó a la alcaldía y a la empresa pública a tomar una medida sin precedentes: la suspensión total del suministro de agua a la planta de tratamiento.

El coordinador de proceso de manejo de desastres de la oficina de Gestión del Riesgo del Departamento de Huila, Orlando Garzón Garzón, confirmó la gravedad de la situación desde la perspectiva departamental: «Inmediatamente, pues el consejo de gestión del riesgo con las entidades del sistema a nivel local; hicieron la atención correspondiente. Lógicamente, pues se continuó el monitoreo sobre la fuente hídrica sobre esta situación de emergencia que se presentó en el municipio de Pitalito.»

La prioridad se desplazó rápidamente de la contención al abastecimiento humanitario, quiénes este marte tuvieron que realizar los procesos de suministro de agua. El capitán Rojas detalló los criterios para la distribución de agua de reserva: «Sobre todo lo que en principio nos afecta son los centros donde el tema de salud, clínicas, hospitales, el ancianato y después vienen los temas comerciales de restaurantes y eso.»

Con la planta de tratamiento inoperativa, y en proceso de pruebas y verificación, la única alternativa para garantizar el servicio a los casi 200.000 habitantes de Pitalito ha sido  a través de vehículos cisterna. El departamento de Huila fue notificado de la urgencia. El señor Garzón, de la Oficina de Gestión del Riesgo Departamental, indicó que, ante la solicitud de la oficina local, se inició la coordinación para el apoyo con carro tanques, buscando «realizar la articulación correspondiente con la alcaldía de Pitalito y hacer el envío de estos vehículos para el apoyo a toda la comunidad.»

El retraso imperdonable de nueve horas

La tensión del desastre se concentra en el tiempo. Nueve horas, el periodo en que la empresa responsable, Cootranskilli (Transporte Nacional e Internacional de Hidrocarburos y Carga), tardó en llegar a solucionar la emergencia. 

El capitán Gilberto Rojas no dudó en calificar esta situación como una «gravísima preocupación». Subrayó que, por norma, es la empresa transportadora o la empresa que presta el servicio de contingencia la que debe asumir la primera respuesta en este tipo de emergencias. En su testimonio, Rojas enfatizó: «Cabe resaltar la gravísima preocupación que queda luego de que la empresa encargada de la contingencia para ese tipo de emergencias que por norma debe tener la empresa transportadora solo hizo presencia en el sitio aproximadamente 9 horas después de ocurrido el accidente.»

El impacto de este retraso fue directo: durante esas nueve horas, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Pitalito, junto a la CAM y las autoridades locales.  «asumió de manera directa todas las labores necesarias para proteger el recurso hídrico y evitar una afectación mayor al medio ambiente.» Pese a que es una responsabilidad de la empresa transportadora, y por ende los costos deben ser asumidos por la misma. 

«Si no hubiéramos acudido en los términos que acudimos,» explicó Rojas, «hubiera alcanzado a llegar agua contaminada con combustible a los tanques del acueducto y la gente. Imagínese el tema de salud que hubiera ocurrido, que esa agua hubiera llegado a los hogares de estos de los 200.000 habitantes que tiene Pitalito.» La negligencia en la respuesta, por parte de quienes debían ser los expertos, puso en riesgo una crisis de salud pública masiva.

Esta falla abre un debate sobre la fiscalización de los Planes de Contingencia. El coordinador Orlando Garzón, de la oficina de gestión de riesgos, indicó que la empresa transportadora «debe tener un plan de contingencia, es lo que nos ha indicado el coordinador de gestión del riesgo de Pitalito en espera de que ellos, pues implementen toda la logística y todos los requerimientos para garantizar pues el retorno a la normalidad.» Sin embargo, la brecha entre la existencia del plan y su ejecución en el momento crucial es el meollo de la crisis.

El debate de la contingencia: de Puerto Asís a Pitalito, un plan «en papel»

La crítica no se limita a la sanción por la demora, sino a la falla sistémica en el diseño de los planes de contingencia para este corredor vial.

El comandante de Bomberos de Pitalito denunció que los planes de contingencia exigidos por ley a las empresas transportadoras, y cuya vigilancia recae sobre el Ministerio de Minas, son efectivos solo en teoría. «La contingencia está en el papel,» afirmó Rojas, lamentando la desconexión entre la documentación legal y la capacidad de respuesta práctica.

El problema radica en la ubicación de los equipos de respuesta. Al investigar dónde se encuentran los puntos de contingencia para esta ruta crucial, la respuesta es alarmante: «Las contingencias están en Puerto Asís, Putumayo y en Ibagué.»

Esta realidad geográfica evidencia una política de «minimizar costos» por parte de las transportadoras que pone en riesgo la vida de los huilenses. «Usted se imagina como lo que ocurrió ayer una emergencia aquí, ¿a qué hora llega una contingencia de Puerto Asís? ¿A qué hora llega una contingencia de Ibagué? Entonces, en el papel están, pero en la práctica no operan. Es lo triste,» sentenció el capitán Rojas.

Este corredor vial es un punto neurálgico para el abastecimiento del sur del país. Por la Ruta 45, transitan, según el capitán, un mínimo de 500 vehículos que transportan combustible al día, destinados al Caquetá y el Amazonas.

La conclusión es que la dependencia de una respuesta que debe viajar cientos de kilómetros es insostenible en una ruta de alto riesgo ambiental. El capitán Rojas hizo un llamado categórico: «Tiene que haber una contingencia de las empresas transportadoras de combustible en este sector entre Pitalito y Mocoa. “Agregó que una contingencia similar existió hace dos o tres años, pero fue retirada por las empresas «por el tema de revisar costos.»

Nueve horas tardó en llegar el plan de contingencia por parte de la empresa de transporte responsable del desastre. 

Las consecuencias legales y la investigación ambiental de la CAM

La atención inmediata se centró en la limpieza y el restablecimiento del servicio, pero las autoridades ya están activando los mecanismos para determinar responsabilidades y aplicar las sanciones correspondientes.

El coordinador Orlando Garzón Garzón señaló que la empresa transportadora debe tener un Plan de Contingencia aprobado por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM). Esta corporación, junto con el municipio, serán los encargados de la investigación.

«Eso es parte de la investigación que deben hacer las autoridades competentes del caso,» indicó Garzón. «Igualmente, en cabeza de la autoridad ambiental y del mismo municipio que deberán activar por los diferentes niveles de acuerdo a las competencias, como lo indico de la norma, para que se realicen las indagaciones, la investigación a que haya lugar para determinar posibles responsabilidades.»

El Cuerpo de Bomberos de Pitalito confirmó que la CAM ya está realizando un análisis sobre el daño ecosistémico. Este análisis es fundamental, pues, según el capitán Rojas, «los daños al ecosistema son grandes.» El resultado de esta evaluación conducirá inevitablemente a una «sanción grave» para la empresa.

El costo de la negligencia no solo se medirá en multas. Garzón enfatizó que la empresa transportadora deberá «garantizar, pues el retorno a la normalidad, el suministro de agua en el municipio como tal,» implicando la cobertura de los costos totales de la limpieza, el uso de desengrasantes biodegradables, y el monumental esfuerzo logístico y económico de suministrar agua a toda la población a través de carrotanques.

La limpieza y desinfección de la bocatoma, que está a cargo de la firma Cootranskilli, «requieren tiempo y no permiten restablecer el servicio de inmediato,» según EMPITALITO. Mientras tanto, el departamento del Huila se ha puesto a disposición para coordinar el apoyo complementario. Garzón concluyó: «La prioridad, pues, es atender la situación de emergencia, evitar la contaminación de la planta de tratamiento de agua y que se pueda a la menor brevedad posible renovar el suministro de agua a la población de Pitalito.»

Las empresas de transporte de hidrocarburos, no cuentan con planes de contingencia en el Huila.

Llamado de alerta: la lección de la capacidad local

El desastre de Villa Fátima ha sido una prueba de fuego para la capacidad de respuesta local y una condena a la indiferencia empresarial. La emergencia del 3 de noviembre, dejó en evidencia una peligrosa dependencia en planes de contingencia remotos, una brecha que solo pudo ser cubierta por el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Pitalito, una institución, cuenta con la capacidad técnica para enfrentar este tipo de emergencias, pero que no sucede de igual forma con otro cuerpo de bomberos de otros municipios.

«Excepcionalmente, creo además que somos el único cuerpo bombero del Huila que tiene la capacidad operativa y técnica para esa clase de emergencias,» afirmó el capitán Rojas, poniendo en valor el esfuerzo de su institución y, a la vez, señalando la fragilidad del sistema departamental.

La lección que deja Pitalito es contundente el control de los planes de contingencia del transporte de combustibles; debe ser revisado por el Ministerio de Minas para asegurar que la ubicación de los equipos de respuesta sea operativa y no solo un requisito administrativo «en papel.» En un corredor vial con 500 vehículos transportadores de riesgo diario, donde la ruta se funde con la fuente de agua potable, la respuesta debe ser inmediata y local.

La comunidad de Pitalito y sus 200.000 habitantes esperan ahora la reapertura segura de su acueducto, la aplicación de una sanción «grave» a los responsables por la demora, y, sobre todo, la garantía de que las implicaciones de «minimizar costos» por las empresas transportadoras no volverá a poner en jaque la vida y los ecosistemas del sur del Huila.

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