Colombia se acostumbrò desde las últimas décadas a modificar su estructura tributaria a través de sucesivas reformas tributarias, para buscar subsanar los crecientes déficits que tienen los respectivos gobernantes. Desafortunadamente no encuentran otra forma de superar estos desequilibrios en sus finanzas públicas que presentan los respectivos gobiernos, que son ocasionados por factores endógenos y exógenos. Pero la mayor incidencia se presenta, porque la irresponsabilidad en el manejo racional del gasto público se ha convertido en una constante por parte de sus equipos económicos, que desbordan cualquier capacidad de ingresos, generando siempre permanentes desequilibrios o faltantes de recursos para financiar su funcionamiento y los respectivos Planes de Desarrollo.
El actual gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego, presentó para consideración del Congreso de la República, su segunda Reforma Tributaria. Ante la dificultad de aprobar una reforma por 11,8 billones de pesos debido a la falta de consenso, el nuevo ministro de Hacienda, Diego Guevara, quien lleva apenas unos días en reemplazo de Ricardo Bonilla, aseguró miércoles anterior que el monto de esta iniciativa gubernamental se redujo a 9,8 billones de pesos. El aumento de la fronda burocrática, la corrupción administrativa, el aumento de la criminalidad en el país, el apetito voraz del ejecutivo para nombrar cerca de 50 cargos diplomáticos para los activistas de la primera línea, los crecientes subsidios y la aplicación errada de los instrumentos de la política macroeconómica del Estado, tienen entre otros factores, en un desespero al gobierno nacional para buscar una salida desesperada para medio nivelar sus finanzas, en el tiempo que le resta de su mandato constitucional.
El alto equipo económico, debe repensar la forma como obtener los recursos que se necesitan para equilibrar las finanzas públicas nacionales, sin necesidad de meterle la mano al bolsillo. Se deben explorar otras alternativas, con el fin de disminuir la tensión social que se ha desatado en el territorio nacional. Se deben adoptar severas medidas de austeridad en el gasto público, control a la evasión, utilización de las reservas internacionales o una eventual emisión de dinero, así se vaya en contravía de la ortodoxia monetarista. Vale la pena aplicar estas medidas por la salud de la República. Esta medida alcabalera, no es bien recibida, en medio de la economía que se encuentra deprimida. Es como extraerle sangre a un anémico. Hemos sido reiterativos que cualquier modificación de la estructura tributaria en el país, genera un proceso de pauperización de los sectores poblaciones del país y una reducción de la demanda agregada, así los integrantes del equipo económico del actual gobierno digan lo contrario y justifiquen dicha iniciativa para sanear las finanzas públicas. Los congresistas deben saber que la opinión pública está pendiente de su actuar legislativo. Recuerden que ya no son los mismos que antes. Les pueden pasar factura, en las próximas justas electorales.







