Diario del Huila

Neiva: una deuda generacional con el desarrollo

Sep 10, 2025

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Carlos Yepes A.

Hablar de Neiva es hablar de una ciudad que en algún momento supo soñar en grande y materializar esos sueños en obras concretas. Basta recordar el período comprendido hasta finales de los años ochenta, cuando se construyeron infraestructuras que marcaron el rumbo del desarrollo urbano: la Avenida Circunvalar, el Barrio El Altico con sus amplias avenidas con separador, la Canalización de la Avenida La Toma, el Edificio de la Caja Agraria, la sede de la Caja de Compensación, el Palacio de Justicia, entre muchas otras. Aquella generación dejó huella con decisiones valientes y proyectos que le dieron identidad a la capital huilense.

Después de esa etapa, Neiva ha tenido apenas contadas obras de impacto: el Puente del Tizón, el Intercambiador del Batallón y las Avenidas 16 y la Inés García de Durán. Avances valiosos, sí, pero insuficientes frente a las necesidades de una ciudad que ha crecido desordenadamente, que sufre problemas de cultura ciudadana, de movilidad, de espacio público y de servicios, y que hoy clama por un verdadero plan de infraestructura.

Lo que llama la atención es que, como generación, no hemos estado a la altura del compromiso que Neiva demanda. Hemos permitido que la ciudad se quede rezagada, que los proyectos se frenen en trámites interminables o que las iniciativas se reduzcan a intervenciones menores. Mientras tanto, ciudades intermedias como Ibagué, Pasto o Villavicencio avanzan en infraestructura que no solo transforma su movilidad, sino que también potencia su desarrollo económico y social.

Pero el futuro de Neiva no puede pensarse solo en cemento y asfalto. Nuestra ciudad necesita un Plan Integral de Infraestructura que incluya al río Magdalena y sus afluentes como ejes articuladores del desarrollo urbano. La recuperación ambiental, la reforestación y la creación de espacios verdes deben ser parte fundamental de esa visión, porque hoy el cambio climático ya nos está pasando factura: la temperatura en Neiva ha aumentado al menos dos grados en las últimas décadas. Mitigar este fenómeno requiere compromiso y planificación, integrando lo ambiental a cada decisión de infraestructura.

Esta no es una crítica vacía ni un reproche sin salida. Es un llamado a la reflexión colectiva: ¿qué estamos dejando como legado a quienes vienen detrás? ¿Será que la generación que vivió el auge de los años ochenta quedará marcada como la última que realmente pensó en grande para Neiva?

La respuesta depende de lo que hagamos hoy. Es momento de construir un Plan de Infraestructura a Largo Plazo, que trascienda los periodos de gobierno y que convoque a todos los sectores: administración local, empresarios, academia y ciudadanía. Un plan que priorice la cultura ciudadana, la movilidad sostenible, la recuperación del espacio público, la modernización de la infraestructura educativa y cultural, y que ponga a Neiva en el mapa de las ciudades que miran hacia el futuro con ambición.

Neiva no es cualquier ciudad: es la primera capital que abraza al río Magdalena en su camino hacia el norte. Esa condición nos otorga un papel histórico y simbólico que no podemos desaprovechar. Liderar la defensa y el aprovechamiento sostenible del río es también liderar la transformación ambiental y urbana del sur colombiano.

Neiva merece más que la improvisación: merece visión, liderazgo y acción. El desafío es que esta generación asuma el compromiso y convoque a todos bajo un mismo propósito. Solo así lograremos que nuestra ciudad vuelva a soñar y a crecer con dignidad, reconociendo que el progreso no se mide únicamente en cemento, sino también en la calidad de vida, la sostenibilidad y el orgullo de ser hijos del Magdalena.

Desde el corazón del Magdalena, Neiva puede demostrar que sí es posible construir “Un Acuerdo para Vivir Mejor”: una ciudad con futuro, verde y digna para todos.

cyepes@hotmail.com

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