Alfredo Vargas Ortiz
Abogado y Docente – Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho – Universidad Nacional de Colombia
Al cumplirse un año más de la fundación de nuestra amada ciudad, es un deber hacer una crítica constructiva a todos sus habitantes y, especialmente, a nuestras autoridades, quienes tienen la responsabilidad directa de liderar el orden y la cultura ciudadana. La realidad es preocupante: nuestra casa común atraviesa una grave crisis en materia de limpieza y organización.
Es frecuente observar tanto el centro como la periferia de Neiva en condiciones lamentables, con calles repletas de basura, llantas, residuos de vehículos y desperdicios de establecimientos comerciales. Tras cada evento público, el desaseo es evidente, y la desorganización en los establecimientos de comercio, particularmente por la ocupación indebida del espacio público, contribuye al caos. Las botellas, plásticos y desechos se acumulan cada fin de semana, especialmente en zonas donde se expenden bebidas alcohólicas.
A esto se suma la creciente presencia de habitantes de calle, un verdadero problema de salud pública que debe ser atendido con urgencia y decisión. No es admisible que el malecón del río Magdalena —una de las principales puertas de entrada de la ciudad para el turismo— esté invadido por personas en situación de calle, muchas de ellas víctimas del consumo de sustancias psicoactivas o de enfermedades mentales sin tratamiento oportuno, que convierten estos espacios en focos de suciedad y abandono.
En materia vial, la situación urbana es crítica: la cantidad de huecos es inconmensurable y se ha convertido en una constante. A quienes mejor les va con este panorama es a los montallantas y talleres, que se benefician de los daños sufridos por nuestros vehículos a causa de los cráteres en las vías.
Y si en la zona urbana llueve, en el campo no escampa: las vías rurales son un verdadero desastre. Los mantenimientos realizados son apenas paliativos, mientras nuestros campesinos sufren el maltrato de sus productos y arriesgan su integridad física para poder sacarlos al mercado, muchas veces sin obtener el reconocimiento ni el valor que merecen, tanto en el ámbito local como en el nacional.
Uno se pregunta: ¿dónde está nuestro alcalde y su equipo de gobierno, que durante la campaña prometieron acciones concretas por Neiva? ¿Será que mató el tigre y se asustó con el cuero? No se le ve liderando la recuperación del espacio público, promoviendo campañas de limpieza, sancionando a los responsables de la contaminación, ni movilizando a la ciudadanía en el embellecimiento de nuestra ciudad. Y esto es especialmente preocupante ahora que nos preparamos para recibir a miles de turistas con motivo de las fiestas de San Pedro.
Neiva es una ciudad hermosa, y debemos reconocer que, si nuestras autoridades no cumplen con su deber, nos corresponde a nosotros —la ciudadanía— tomar cartas en el asunto. Ya sea a través de acciones constitucionales o de movilización cívica, debemos promover el respeto por las normas básicas de convivencia y velar por el cuidado de nuestra casa común. Porque, en definitiva, Neiva merece verse limpia.








