Hace ocho días dije que hoy expondría los pros y los contras de la recategorización del municipio de Neiva, pasando nuevamente a primera categoría, luego de haber descendido a la segunda, como consecuencia por haber excedido en el periodo 2023 (Del gobierno anterior), en más de dos puntos porcentuales los gastos en relación con un indicador que se denomina “Ingresos Corrientes de Libre Destinación – ICLD”.
Resulta que el municipio para su funcionamiento percibe unos ingresos provenientes del recaudo de impuestos y otras fuentes menores. La norma dice que del 100% de esas entradas, llamadas “ICLD”, solamente el 65% puede ser destinado para gastos de funcionamiento, es decir, nómina, servicios públicos y otros relacionados; sin embargo, en el año 2023, Neiva gastó el 67,17%, rebasando significativamente el tope o límite determinado, que en términos de dinero serían así: El municipio de Neiva recaudó (ICLD) la suma de $165.030 millones, y los gastos de funcionamiento alcanzaron la cifra de $110.855 millones. Saque la calculadora y haga la cuenta, y comprobará lo dicho, se pasaron en 2,17%.
Como consecuencia de lo anterior, la Contraloría General de la Nación, emitió un certificado que obligó al municipio a descender a la segunda categoría para el año fiscal 2025, hecho éste que trajo como consecuencia una marcada limitación en las posibilidades de inversión pública y una restricción en la autonomía administrativa.
Además, al caer en la tabla de categorización, la ciudad pierde atractivos para la inversión, es decir que, ante la precaria situación financiera y el mal manejo de los recursos, no es vista con buenos ojos para hacer desarrollo de obras o traslado de dinero para impulsar el desarrollo, y, además, se disminuye de manera significativa el dinero que el gobierno central traslada por eficiencia administrativa en lo que se denomina Sistema General de Participación.
Por otra parte, los entes que vigilan el manejo de los recursos, exigen cambios estructurales y una mayor transparencia en la gestión fiscal, siendo el foco de una exhaustiva vigilancia en procura de proteger las finanzas del ente municipal, lo cual conduce además a no poder acceder a beneficios que el Gobierno Nacional otorga, única y exclusivamente a municipios con buenos y sanos manejos, que les permiten mantenerse en primera categoría.
Pero ante esta situación tan compleja, ¿qué hizo la actual administración que lidera el ingeniero Germán Casagua Bonilla?
Como lo mencioné la semana pasada, se apretó el cinturón e implementó una política de austeridad seria para poder poner en marcha un programa de saneamiento fiscal y financiero (Decreto 0265 de 2024). Redujo los gastos de funcionamiento mediante la diminución de la burocracia. Logró un incremento en los ICLD a través de acciones de política fiscal; reestructuró y modernizó administrativamente la alcaldía, soportado en estudios técnicos, administrativos y financieros. Puso a pagar impuestos a quienes venían sacándole el cuerpo a esta obligación ciudadana; lideró la actualización del estatuto tributario con el apoyo del Concejo Municipal (Acuerdo 013 de 2024) y otras acciones más. Mejor dicho, organizó la casa.
¿Qué le permitirá esto aparte de decir que volvió el municipio a la primera categoría?, pues nada más y nada menos que al incrementar los ICLD que ahora están por el orden de los $179.069 millones y disminuir los gastos de funcionamiento, que no superan los $106.851 millones, muy debajo del 65%, habrá muchos más recursos para atender la deuda e invertir en desarrollo de ciudad.
Esto obviamente generará mayor confianza pública, mayores ingresos provenientes del Sistema General de Participación, una mayor inversión social y en obras que se necesitan, y por sobre todas las cosas, el alcalde va a poder cumplirle a los neivanos, conforme a su plan municipal de desarrollo.
