Por: María del Carmen Jiménez
La historia oficial suele centrarse en próceres, batallas militares, sitios como el Puente de Boyacá y no nombra a las protagonistas invisibilizadas de la independencia de Colombia del yugo español. Hubo un entramado de acciones femeninas, a veces públicas a veces clandestinas, que fueron decisivas para la causa libertadora.
La independencia no fue solo un campo de machetes, fusiles, espadas, caballos, sino también de cocinas convertidas en centros de información, de casas que eran refugios de insurgentes y de inteligencias que pensaron conspiraciones a la luz de las velas. Las mujeres libraron batallas distintas, pero no menos peligrosas en una guerra donde no tenían ni rango militar ni voz política reconocida.
Mientras los ejércitos patriotas y realistas se enfrentaban, muchas mujeres eran correos humanos que transportaban mensajes cifrados, armas y medicinas. La Pola símbolo de resistencia, espía y enlace de la insurgencia, pagó con su vida en 1817. Andrea Ricaurte de Lozano, convirtió su casa en Santa Fe en punto de reunión para insurgentes, escondiendo armas bajo manteles y paneras. La madre beata María de la Encarnación, en Tunja, ayudó a ocultar insurgentes y a curar heridos. Cleotilde Escobar de Niño, en su casona de Socotá Boyacá albergó al libertador y miembros de su ejército, tras llegar del Páramo de Pisba.
La niña Estefanía Parra Chinchilla se convirtió en protagonista de primer orden en el episodio histórico del puente de Boyacá, ella fue quien señaló el vado del río Teatinos a la vanguardia del general Santander, información que resultó decisiva para el triunfo del ejército patriota. Otras sostuvieron la retaguardia, alimentaron tropas, proveyeron caballos y financiaron con sus bienes: Mercedes Abrego en Cúcuta bordó un uniforme para Bolívar y fue ejecutada por los realistas por su abierto apoyo, Juana García en el Valle del Cauca organizó las campesinas para abastecer las tropas patriotas.
Las mujeres libraron batallas de dignidad y resistencia cultural porque la sociedad patriarcal les negó un lugar en el nuevo orden republicano. La independencia de España no les trajo ciudadanía ni derechos políticos inmediatos; la mayoría siguió bajo tutela legal masculina. Sin embargo su participación sembró un germen de lucha femenina que, siglos después sigue floreciendo en batallas por la igualdad. En Boyacá no solo lucharon hombres a caballo, también cabalgaron ellas sobre el lomo indómito de la esperanza, derrotando el miedo y pariendo entre fuego y humo una nación libre del imperio español.








