Mucha humillación han vuelto a padecer 33 integrantes de las fuerzas especiales del glorioso ejército colombiano en el departamento de Guaviare, por las comunidades de esta región presionados por la organización narcoterrorista de las Farc, desde el domingo anterior y que solo tres días de manera oficial el gobierno nacional difundió esta noticia, permitiendo que la opinión publica conociera de las condiciones inhumanas como han sido tratados, inclusive sin alimentos y sin agua por parte de sus captores. La falta de autoridad que ha caracterizado al gobierno nacional, desde que se posesionó el actual primer mandatario de los colombianos, se ha convertido en el común denominador desde la Casa de Nariño, lo cual ha permitido que se haya desbordada la criminalidad en más de 800 municipios del país. Se ha vuelto paisaje que las comunidades donde tienen presencia las organizaciones narcoterroristas obligan de manera reiterada secuestren a los integrantes de las fuerzas militares de Colombia, para obligarlos a que abandonen sus territorios. Con ello, buscan libertad para seguir ejerciendo sus actividades criminales.
Infortunadamente, en el país existen fronteras infranqueables entre la protesta legitima y la desbordante criminalidad que tiene azotada la tranquilidad de las familias colombianas. El jueves anterior, fueron liberados los integrantes de las Fuerzas Especiales que estuvieron secuestrados por 79 horas, gracias a la mediación de la Defensoría del Pueblo. El acto criminal contra estos uniformados no puede verse como un hecho aislado. Es la repetición de una estrategia delincuencial utilizada anteriormente por las disidencias: infiltrarse entre campesinos, disfrazar la coacción de movilización social y utilizar a la población como escudo humano para frenar a los organismos de seguridad. Estos hechos ilícitos ocurrieron recientemente en el Plateado en el departamento del Cauca. Lo anterior no se puede repetir. Se debe ejercer la autoridad y deben ser capturados los lideres responsables de estos desmanes. No se puede seguir aceptando en nombre del descontento social o la movilización popular. No pueden bajar la guardia ante tales sucesos criminales. Ya no solamente son los civiles. Ahora son los organismos de seguridad. Es loable el accionar de las Fuerzas Militares para contrarrestar esta serie de abominables delitos, que cualquier colombiano puede verse expuesto al accionar criminal de los grupos narcoterroristas y de la delincuencia común.
Si ha habido un crimen que haya probado la degradación del conflicto colombiano, es el secuestro, que ha sido una de las peores torturas llevadas a cabo por los seres humanos. Desde los años 70 hasta la fecha, este crimen ha desdibujado las causas de los revolucionarios, porque ha aterrorizado a todos los estamentos de la sociedad colombiana y que ha sido padecido por todas las clases sociales en diferentes regiones del país. Sigue siendo unas de las principales razones por las cuales ha sido así de difícil, llamar a la reconciliación.







