Harold Salamanca
Bogotá ha dado un paso transformador con su modelo de Atención Primaria Social “MAS Bienestar”, un ejemplo potente que contribuye en la prevención del cáncer que puede replicarse en ciudades de América Latina y el mundo. Integrado en el plan distrital de desarrollo 2024–2027, este modelo se fundamenta en una atención integral y participativa que trasciende la consulta médica para abordar los determinantes sociales de la salud.
Este enfoque, implementado desde octubre de 2024, ya cubre más de 2.800.000 personas y prioriza territorios de alto riesgo, urbanos y rurales, lo que lo convierte en una estrategia inclusiva que disminuye inequidades. Al poner la salud en el centro y activar una red de promotores comunitarios y equipos básicos de atención multidisciplinaria, medicina, enfermería, nutrición y salud mental, Bogotá demuestra que la salud preventiva funciona cuando se hace extramuros.
La evidencia global confirma que los modelos de atención primaria robusta reducen significativamente la mortalidad por cáncer. Un estudio en Corea del Sur muestra que regiones con altas puntuaciones en indicadores de prevención primarios registran menor mortalidad por cáncer. Del mismo modo, un ejercicio en Ontario (Canadá) reveló que los equipos de atención familiar mejoraron las tasas de tamizaje para cáncer de cuello uterino, mama y colon entre 0.8 % y 2.4 % por médico al año.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, las inversiones en atención primaria, especialmente en países de ingresos medios y bajos, demuestran un retorno significativo: cada dólar invertido puede generar hasta 19 dólares en beneficios por evitar costos catastróficos en salud, proteger a hogares vulnerables y salvar millones de vidas. Hoy que las enfermedades no transmisibles causan el 74 % de todas las muertes mundiales, y gran parte de estas muertes podrían evitarse con acciones tempranas, modelos como MAS Bienestar son apuestas sensibles de política pública.
Bogotá demuestra que prevenir es una decisión colectiva y estratégica: cuando un territorio articula actores, datos y comunidad en un mismo rumbo, fortalece su sistema de salud y protege el bienestar. Es un ejemplo vivo de lo que el Atlas del Cáncer en su cuarta edición llama atención estructural: inversión preventiva, políticas multisectoriales y sistemas de salud integrales. Este modelo guarda lecciones valiosas para gobiernos, sociedad civil y academia. Invito a todos los departamentos y municipios del país a conocerlo, evaluarlo y replicarlo con las adaptaciones propias, como una estrategia concreta que contribuye en la reducción de incidencia y mortalidad por cáncer.








