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Microplásticos en la mesa: una amenaza silenciosa para los colombianos

May 29, 2025

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¿Sabía que podría estar comiéndose hasta 121.000 partículas de plástico al año sin notarlo? Desde una simple taza de té hasta un filete de pescado, los microplásticos están invadiendo la dieta de los colombianos, poniendo en riesgo su salud y la de las futuras generaciones.

DIARIO DEL HUILA, SALUD

Una taza de té, una cucharada de miel o un plato de arroz parecen inofensivos en el menú diario de cualquier colombiano. No obstante, investigaciones recientes revelan que esos alimentos podrían estar cargados de una amenaza invisible y persistente: los microplásticos. Estas diminutas partículas, con diámetros menores a cinco milímetros, están infiltrándose en la cadena alimentaria nacional y, con cada comida, también en nuestros cuerpos.

Dos informes elaborados por la Plataforma de Acción sobre los Plásticos (NPAP Colombia), con el apoyo del Ministerio de Ambiente, el Foro Económico Mundial, el Gobierno del Reino Unido y WWF, alertan sobre la alarmante presencia de microplásticos (MPs) y nanoplásticos en productos de consumo masivo en Colombia. Lo más preocupante no es solo su existencia, sino la cantidad que los colombianos están ingiriendo cada año: entre 74.000 y 121.000 partículas, según estimaciones de los estudios.

Estos contaminantes no se limitan a productos procesados. Han sido encontrados en especies naturales, aguas fluviales y alimentos esenciales en la mesa de millones de colombianos. Desde los ríos y lagos del país hasta las granjas piscícolas, pasando por cultivos y empaques, los plásticos han colonizado los ecosistemas y, con ellos, la dieta nacional.

El cuerpo humano: nuevo destino del plástico

El hallazgo más alarmante de los informes fue la detección de microplásticos en órganos humanos como los pulmones, el cerebro y la placenta. En Manizales, una investigación encabezada por María Valentina Suárez, estudiante de maestría de la Universidad Nacional, reveló presencia de estas partículas en la sangre, la placenta y el cordón umbilical de mujeres gestantes.

“Sabemos que los microplásticos afectan el sistema inmunológico durante el embarazo. Que generan un mayor riesgo de preeclampsia y restringen el crecimiento intrauterino”, explicó Suárez. Estos resultados transforman una problemática medioambiental en una crisis sanitaria que afecta directamente a la salud humana, incluso desde antes del nacimiento.

Té, arroz y agua: los más contaminados

Los productos más contaminados son parte habitual de la dieta diaria. Las bolsitas de té sintéticas, hechas de nailon o PET, pueden liberar hasta 11.600 microplásticos al entrar en contacto con el agua caliente, una cifra alarmante considerando el alto consumo de esta bebida. El arroz, otro alimento esencial en Colombia, contiene entre 2,3 y 6,3 MPs por gramo; una porción cocida de 100 gramos podría aportar hasta 630 partículas.

El agua embotellada tampoco se salva. Según el informe, puede contener hasta 314 partículas por litro, lo que implica una ingesta potencial de 628 MPs diarios si se consumen los dos litros de agua recomendados al día.

Alimentos marinos y endémicos, en peligro

Los productos del mar también son víctimas de esta contaminación. El camarón, el cangrejo y los mejillones pueden contener entre 0,36 y 1,8 microplásticos por gramo. Especies como el bocachico del Magdalena, el bagre rayado y el pargo lunarejo, ampliamente consumidas en distintas regiones del país, han sido señaladas como altamente expuestas, incluso con detección de MPs en tejidos internos, lo que sugiere bioacumulación.

Este fenómeno de bioacumulación representa una amenaza que va más allá del consumidor final, afectando a toda la cadena trófica acuática y, por ende, a la sostenibilidad de la pesca artesanal y comercial en Colombia.

Sal, azúcar y miel también contaminadas

Ni siquiera los alimentos que no requieren cocción escapan a esta problemática. La sal de mesa contiene hasta 680 MPs por kilogramo, lo que implica entre 10 y 50 partículas por cada cucharadita. El azúcar alcanza los 217 MPs por kilo, y la miel, 166 por kilo. Así, incluso los condimentos y edulcorantes tradicionales están sumando microdosis de contaminación plástica al organismo.

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Un problema sistémico y silencioso

Este panorama demuestra que la contaminación por plásticos ya no es un asunto externo, limitado a los mares o a la basura visible en las calles. Es un problema sistémico, íntimamente conectado con el modelo de consumo actual. Cada bocado, cada sorbo, podría estar acompañado de una dosis invisible de partículas plásticas y, con ellas, una carga tóxica de metales pesados, ftalatos y disruptores endocrinos.

Estos compuestos son capaces de alterar funciones metabólicas, neurológicas y reproductivas en el cuerpo humano. Los microplásticos actúan como esponjas de contaminantes químicos, transportándolos al interior del organismo y liberándolos en tejidos sensibles. En otras palabras, no solo estamos ingiriendo plástico, sino también su peligrosa carga química.

Un llamado urgente a la acción

Los resultados de estos estudios exigen una respuesta urgente por parte del Estado, la industria alimentaria y los consumidores. Se requieren políticas públicas eficaces para reducir el uso de plásticos de un solo uso, mejorar los procesos de reciclaje y vigilar la presencia de MPs en productos alimentarios.

Asimismo, es vital educar a la ciudadanía sobre los riesgos del plástico invisible y promover prácticas de consumo más responsables. La protección de la salud humana debe estar en el centro del debate ambiental.

El plástico dejó de ser solo un residuo del mundo exterior. Hoy está en nuestras mesas, en nuestros cuerpos y, tristemente, en nuestros hijos antes de nacer.

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