El atentado contra el representante Julio César Triana en La Plata, Huila, apunta a alias “Mi Pez”, jefe de la disidencia Dagoberto Ramos, cuyo prontuario criminal revela dos décadas de violencia y expansión armada en el suroccidente colombiano
DIARIO DEL HUILA, ENFOQUE
Las investigaciones de las autoridades colombianas apuntan a un nombre que, aunque poco conocido para la opinión pública, lleva años figurando en los expedientes judiciales y los informes de inteligencia: alias David, más temido como “Mi Pez”. Este hombre, líder de la disidencia Dagoberto Ramos, es señalado como el autor intelectual del atentado contra el representante a la Cámara Julio César Triana, ocurrido en el municipio de La Plata, Huila.
El ataque, perpetrado con armas de largo alcance y pistolas 9 mm, dejó ocho impactos en el vehículo blindado en el que se desplazaba el congresista junto a su equipo de trabajo. A pesar de la violencia del hecho, ninguno de los ocupantes resultó herido. El episodio, sin embargo, ha encendido las alarmas sobre la creciente influencia de las disidencias en zonas estratégicas del país y la vulnerabilidad de los líderes políticos que trabajan en regiones de alto riesgo.
Un mando con dos décadas en la guerra
Según el diario El Tiempo, “Mi Pez” asumió el mando de la estructura Dagoberto Ramos tras la muerte de Wílmar Pazú Rivera, alias Cholinga, el pasado 10 de junio. Su trayectoria criminal abarca más de veinte años en organizaciones armadas ilegales, pasando de cabecilla de escuadra a comandante de frente, con operaciones en Cauca y Valle del Cauca.
Su historial judicial es extenso: homicidio, concierto para delinquir agravado con fines de terrorismo, y delitos relacionados con el narcotráfico. Bajo su liderazgo, la disidencia ha ejecutado operaciones de alto impacto, incluyendo asesinatos selectivos como el de Karina García, candidata a la Alcaldía de Suárez en 2019, así como homicidios masivos de excombatientes de las FARC y líderes sociales.
En el prontuario de la estructura también figuran desplazamientos forzados, ataques simultáneos contra unidades militares y estaciones de Policía, y atentados con explosivos. Uno de los episodios más recientes fue la detonación de una motocicleta bomba contra la estación de Policía de Suárez el pasado 16 de junio de 2025.
Las sombras tras el atentado en Huila
El presidente Gustavo Petro y el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, señalaron que la orden del atentado provino de disidencias bajo el mando de Iván Mordisco. Sin embargo, fuentes consultadas por El Tiempo indican que las evidencias apuntan directamente a la estructura de “Mi Pez” como la ejecutora del ataque.
El día de los hechos, Triana y su equipo lograron escapar de la emboscada, llegando en condiciones extremas —“en rines”, como describieron testigos— hasta el municipio de Paicol, donde fueron auxiliados por la Policía local. Desde allí, el congresista denunció públicamente la falta de reacción inmediata de la Fuerza Pública, lo que ha abierto un debate sobre los protocolos de seguridad en situaciones de alto riesgo.
Posteriormente, el Ejército dispuso de un helicóptero para evacuarlo hacia Neiva, capital del Huila. Las imágenes del vehículo, difundidas por la revista Semana, muestran el alcance de los disparos, evidenciando que el ataque pudo tener un desenlace fatal.
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Reacciones y advertencias
El atentado contra Triana no tardó en generar reacciones políticas. Desde Cambio Radical, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras manifestó su preocupación por el deterioro de la seguridad en Huila y pidió mayor presencia del Estado en las zonas bajo influencia de grupos ilegales.
“Esto demuestra que los líderes políticos y sociales siguen trabajando bajo una amenaza constante. No hay garantías plenas para el ejercicio democrático en las regiones más afectadas por el conflicto”, advirtió Vargas Lleras.
La situación ha reavivado el debate sobre la efectividad del proceso de paz y las estrategias de protección a funcionarios públicos. Para algunos analistas, el atentado refleja que las disidencias han logrado no solo reorganizarse, sino también expandir su capacidad de acción en departamentos que antes no eran su epicentro.
Una estructura en expansión
La disidencia Dagoberto Ramos, a la que pertenece “Mi Pez”, es considerada una de las más agresivas y mejor armadas de las que surgieron tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016. Su centro de operaciones se ubica en el norte del Cauca, pero sus tentáculos se han extendido a departamentos vecinos, aprovechando corredores estratégicos para el tráfico de drogas y armas.
De acuerdo con fuentes de inteligencia, la estructura ha establecido alianzas temporales con otras facciones y grupos criminales, lo que le permite sostener una ofensiva constante contra las fuerzas del Estado y contra quienes considera opositores a sus intereses.
El desafío para el Estado
El atentado contra Triana ha puesto nuevamente sobre la mesa la pregunta de si el Estado está en capacidad de proteger a sus representantes en territorios controlados, parcial o totalmente, por estructuras armadas ilegales. También plantea un reto para las Fuerzas Militares y de Policía, que deben actuar en zonas donde el riesgo de enfrentamientos es alto y las condiciones de movilidad son complejas.
Por ahora, las investigaciones siguen en curso para determinar los responsables directos del ataque y confirmar si la orden provino de “Mi Pez” o si actuó bajo directrices de Iván Mordisco. Lo cierto es que el nombre de este jefe disidente se suma a la lista de cabecillas que, desde la clandestinidad, siguen marcando la agenda de violencia en el país.
Mientras tanto, el Huila, tradicionalmente reconocido por su producción agrícola y cafetera, enfrenta un nuevo capítulo de inseguridad que amenaza con alterar su equilibrio social y político. Y en el centro de esta tormenta, “Mi Pez” se perfila como uno de los protagonistas más peligrosos.


Alias “Mi Pez”, cabecilla de una de las disidencias más violentas del país.
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