La Institución Educativa Agropecuario del Huila presentó en el Encuentro Departamental de Experiencias Pedagógicas Significativas 2025 un proyecto basado en material concreto, articulado con ABP, que fortalece habilidades lingüísticas desde educación inicial y vincula activamente a las familias.
DIARIO DEL HUILA, PROYECTOS DH
En las montañas de la zona rural de Garzón, donde la escuela es también lugar de encuentro comunitario y los aprendizajes se mezclan con las dinámicas del campo, nació una experiencia pedagógica que hoy trasciende las aulas y se ha convertido en un modelo institucional replicable. Se trata de la iniciativa «Uso de material concreto como herramienta para fortalecer competencias comunicativas y habilidades básicas del pensamiento integrando la estrategia ABP», desarrollada en la Institución Educativa Agropecuario del Huila y presentada oficialmente en el Encuentro Departamental de Experiencias Pedagógicas Significativas 2025, en la línea de Competencias Comunicativas.

La propuesta tiene un origen sencillo pero contundente: la necesidad de encontrar estrategias innovadoras para fortalecer el proceso lectoescritor en educación inicial, especialmente tras el regreso al grado primero por parte de la docente Olga Lucía Lozada en 2020, luego de una década sin trabajar ese nivel. La pandemia, las guías remotas, la falta de acceso tecnológico y el desafío de lograr aprendizajes significativos en medio de la ruralidad impulsaron la búsqueda de alternativas didácticas utilizando recursos accesibles, manipulables y contextualizados.
«Surge en mí la inquietud de generar estrategias que facilitaran el aprendizaje y mejoraran las competencias comunicativas en estos niveles», relató Lozada durante su intervención. Fue entonces cuando, junto a las docentes Elsa Magnolia Manjarres Joven y Yeimy Adriana Mesa Molano, con acompañamiento del programa PTA, se conformó un equipo de trabajo que inició lo que empezó como un proyecto de aula y hoy se presenta como experiencia significativa institucional.

Una experiencia que crece desde el territorio
La propuesta parte de un principio pedagógico: los niños adquieren el código lingüístico con mayor fuerza cuando pueden manipular, experimentar y construir sentido desde objetos concretos. Por eso, la iniciativa combina material manual y reciclado con metodologías activas, integrando Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) y diseño de rutas de trabajo articuladas al plan lector institucional.
Entre los recursos utilizados se encuentran relojes silábicos, rollos y vasos lectores, dados didácticos, “libros álbum”, ambientes letrados, juegos de secuencia narrativa, «concéntrese» textual, cajas sorpresa y actividades de creación de cuentos con imágenes. En todos los casos, el objetivo es que el estudiante relacione lo simbólico con lo tangible, convirtiendo la lectura y la escritura en ejercicios funcionales, no únicamente académicos.
El proyecto ha sido aplicado de manera progresiva desde 2020 y hoy cubre educación inicial, básica primaria y sedes rurales, logrando transversalidad curricular y vinculación a espacios institucionales como cafés literarios, «manitos creativas», pequeños chefs y proyectos interdisciplinares.
El papel de las familias: cuando aprender no se queda en la escuela
Uno de los elementos diferenciadores del proyecto es la participación de los padres y cuidadores como actores pedagógicos. Según explicó la docente Elsa Magnolia Manjarres, la estrategia busca «integrar al padre de familia a las prácticas educativas tanto en el aula como en casa», promoviendo no solo acompañamiento emocional sino también participación activa en la construcción de material concreto.
Las familias elaboran recursos, practican lectura compartida y desarrollan actividades diseñadas por los docentes para continuar en casa los procesos iniciados en clase. Esto ha generado identidad, corresponsabilidad y apropiación pedagógica del entorno familiar.
Para la madre de familia Luz Sara Sánchez, el proceso «ha sido muy bueno porque la manera de enseñar jugando facilita el aprendizaje», destacando el impacto en la creatividad y la imaginación de los niños. Su testimonio evidencia la dimensión afectiva del aprendizaje, donde los materiales no solo enseñan, sino que vinculan historias familiares, territoriales y simbólicas.



De la emergencia a la consolidación institucional
Aunque la idea germinó antes del aislamiento preventivo, fue con la pandemia cuando se consolidó como estrategia estructurada. Durante la educación remota, el material concreto permitió que los niños continuaran su proceso lectoescritor sin depender exclusivamente de dispositivos digitales, resolviendo una de las brechas más críticas en zonas rurales: la conectividad.
Al regresar a la presencialidad, las actividades evolucionaron hacia versiones más complejas del material, integrando pensamiento lógico, lectura inferencial, categorización, escritura inicial y comprensión narrativa.
En 2022, la propuesta se fortaleció con formación docente y escuela de padres, y posteriormente fue presentada ante la comunidad institucional, reconocida y extendida a otras sedes. Para 2025, la iniciativa se considera una experiencia transversal vinculada al plan lector y a los procesos institucionales de evaluación y seguimiento.


Resultados: avances en lectura, escritura y pensamiento
Los avances han sido evidenciados mediante diagnósticos y pruebas estandarizadas como Evaluar Para Avanzar, EGRA, Quiero Ser Quiero Saber y pruebas de estado, en las que se identifican mejoras en procesos de comprensión, reconocimiento del código lingüístico, velocidad lectora y construcción textual.
Además, la propuesta ha desarrollado habilidades sociales y cognitivas como:
- interpretación de imágenes para creación de cuentos;
- análisis de secuencias narrativas;
- argumentación oral en socializaciones;
- escritura colaborativa;
- atención sostenida y comprensión literal e inferencial.

Desde la perspectiva docente, la metodología ha generado mayor motivación, participación activa y confianza en los estudiantes, quienes encuentran en el juego una vía para aprender con sentido.
Metodología: aprender haciendo y manipulando
La estrategia integra recursos didácticos concretos con fases de planeación, ejecución, evaluación y retroalimentación. Entre los materiales más utilizados se destacan:
- Rollo silábico: combinación de estructuras para formar palabras.
- Vasos lectores: clasificación y construcción léxica.
- Libro álbum: lectura multimodal y creación narrativa.
- Bingo combinado: asociación de imágenes y palabras.
- Palabras enlazadas: continuidad verbal y fonológica.
- Caja sorpresa: activación de vocabulario y secuencia verbal.
Cada recurso responde a un propósito: transformar el juego en herramienta cognitiva y convertir la lectura en un proceso activo.
Proyección: una experiencia que quiere trascender
La institución trabaja ahora en consolidar un banco de materiales concretos replicables en otras sedes y compartir metodologías con instituciones rurales que enfrentan desafíos similares. La meta es proyectar la estrategia como referente departamental en educación inicial y lectura significativa.


Asimismo, la propuesta plantea fortalecer la formación docente en ABP y elaborar nuevas líneas de innovación para secundaria y media, manteniendo la esencia: un aprendizaje centrado en el niño, mediado por la exploración y vinculado a la realidad familiar.
Aprender tocando el mundo
La experiencia demuestra que el aprendizaje puede construirse desde la sencillez: cartón, tapas, papel, imágenes y juego simbólico. No se trata de sustituir la lectura con objetos, sino de crear puentes para que la palabra cobre vida y se arraigue en lo cotidiano.
En una escuela rural donde los retos son grandes y los recursos limitados, el material concreto se convirtió en una puerta para acceder al lenguaje, comprenderlo y transformarlo. La lectura no llega como obligación, sino como descubrimiento; la escritura no inicia en la hoja en blanco, sino en el diálogo con el mundo.
En Garzón, aprender es tocar, jugar, construir y narrar. Y la palabra, como siempre, es el principio de todo.









