Lo que está ocurriendo en Bogotá relacionado con el mecanismo para escoger el precandidato presidencial del CD y lo que se observa en el Huila para definir la lista a la Cámara, tiene un denominador común. La ambición política caracterizada por el personalismo y la mezquindad.
El uribismo entendido como la admiración que muchos colombianos le profesan al expresidente Uribe, va mucho más allá de una fidelidad política al partido CD. La realidad inocultable es que su liderazgo ha generado, dentro de su colectividad, una lesiva tendencia de zalamería y adulación entre su más cercano círculo, que peligrosamente estimula los celos y veleidades muy comunes en la actividad política, dado que esta constituye una de las más difíciles características humanas donde los egos y las ambiciones se expresan sin rubor.
Ha llegado a tal nivel de desconfianza el mecanismo de encuesta inicialmente escogido y aceptado por los cinco precandidatos presidenciales, que hubo de ser desechado y ahora se anuncia que el proceso de escogencia será regulado por los Estatutos, es decir, que inexorablemente se intentará un consenso entre los aspirantes, casi imposible de lograr dadas sus posiciones tan disímiles y antagónicas, lo que seguramente conducirá a que sea el propio expresidente quien señale al elegido, decisión que probablemente generará fisuras en la indispensable unidad para mantener reales posibilidades de ganar en la consulta interpartidista de marzo.
En este aspecto parece ser que viene incidiendo de manera notoria en estas dificultades, el aparente avance de la candidatura por firmas de Abelardo de la Espriella, quien ha sido explícito en señalar que es uribista pero que no pertenece al CD. Y desde luego es entendible, aunque no justificable la reacción de los cinco precandidatos ante tal candidatura, en la medida en que procuran hacer valer su probada lealtad con el partido y con el caudillo, ante la amenaza que para sus expectativas representa De la Espriella. Curiosamente es posible que esta circunstancia genere un efecto de rebote hacia la conformación de la lista de Senado, pues es muy probable que de los cinco precandidatos por lo menos tres de ellos decidan desistir del proceso y exijan con toda razón cupo principal en la lista del senado.
La coyuntura política del debate electoral del 26 marcada por la persistente polarización hace presumir que la llamada derecha se podría ver abocada a escoger un candidato como De la Espriella, para intentar ganar en la primera vuelta y no correr riesgos ante una eventual alianza de la centro izquierda con el candidato del petrismo en la segunda vuelta.
Pues bien el escenario relatado a nivel nacional tiene algunas importantes similitudes con lo que ocurre a nivel regional para la conformación de la lista de Cámara.
Se preinscribieron 6 aspirantes a integrar la lista de conformidad con el procedimiento y los parámetros establecidos en los estatutos del partido y la Dirección Nacional. De los seis, 4 son decididos seguidores del Magistrado del CNE; Tatiana Mendez y Jaime Felipe Lozada. Este último decidió renunciar al conservatismo para ingresar como militante del CD, condición inevitable para preinscribirse.
El proceso de escogencia o de conformación de la lista pasa por el Directorio Departamental del CD conformado por 12 miembros en representación de todos los matices y regiones del partido, el cual, de conformidad con los estatutos, debe decidir si la lista es abierta y con voto preferente, o cerrada, caso en el cual esta facultado para señalar el primer renglón o cabeza de lista.
Ante la enorme responsabilidad del Directorio se ha optado por el mecanismo del consenso entre los seis aspirantes, aunque como en el caso de Bogotá, tal mecanismo estatutario se observa casi imposible de lograr, precisamente por los personalismos y mezquindades de quienes han venido orientando al CD al exigir lista cerrada y encabezada por el exconcejal Felipe Trujillo, con el presunto apoyo del expresidente Uribe. Sin embargo, ese presunto apoyo no ha sido manifestado al Directorio, por el contrario, al parecer se evalúa en Bogotá la eventualidad de abrir la lista para zanjar las diferencias internas y abrirle espacio a una coalición con el partido Mira, tal como ha ocurrido en Risaralda y Bolivar.
Lo curioso que se asemeja con el proceso presidencial en Bogotá, es que la llegada de Jaime Felipe Lozada al CD y su legítima aspiración de integrar la lista de cámara, ha despertado las pasiones banderizas de ciertos dirigentes que se han creído dueños y señores del partido y del uribismo huilense, descalificando su aspiración con improperios como paracaidista y advenedizo, e inclusive de “caballo de Troya” como lo denominó el dirigente Julio Bahamón en una de sus rutinarias columnas de opinión.
Al respecto conviene recordar que la política es aglutinando y sumando, nunca fraccionando ni excluyendo a quienes quieren contribuir en el logro de los objetivos y en la consolidación del uribismo huilense.
