Los expertos en materia de relaciones internacionales han expresado, que Colombia está atravesando la peor crisis diplomática con los Estados Unidos, producto de la arrogancia y la soberbia del presidente Gustavo Petro Urrego, que durante su administración ha venido generando con sus acostumbrados discursos y trinos incendiarios, que han sido inamistosos y ofensivos contra la administración del presidente Donald Trump. Estamos viviendo una nueva tensa situación diplomática, que se consolidó, generando una incertidumbre empresarial con el principal socio comercial que tiene el país. Lo hemos venido publicando en anteriores editoriales, que esa forma no es la más adecuada como se deben mantener la diplomacia con todos los demás países del mundo. Y si la intención presidencial era la de convertirse en victima como estrategia electoral, con el fin de obtener respaldo popular, los resultados le han sido adversos por el profundo rechazo de la opinión pública, por la forma detestable e irracional de manejar los asuntos del Estado. Si pensaba que se iba a convertir en víctima del accionar gubernamental del primer mandatario estadounidense, le salió el tiro por la culata como lo afirmaban nuestros ancestros.
Su forma lunática de actuar, lo han convertido en el hazmerreír y rechazo de toda la opinión pública, recibiendo una lluvia de centellas y rayos contra la forma irracional y cantinflesca por su comportamiento que riñe con la majestad de la presidencia de la república. Pero su accionar incoherente, está llevando a la sociedad colombiana a los grandes riesgos ante las inminentes medidas que adopte la Nación más potente y grande del planeta con la incipiente estructura productiva de nuestro país, que redundaría en empeorar la crisis social y económica de los agentes productivos de Colombia. Es la triste realidad. Nos está llevando a un abismo, que necesariamente va a afectar la calidad de vida de las familias colombianas, así los sectores políticos afectos al ejecutivo digan lo contrario. Así le explique su lucha frontal contra el narcotráfico a las autoridades norteamericanas, éstas han sido muy enfáticas en el fracaso de la implementación de esta política pública, que ha convertido a Colombia, en el más grande productor y exportador de cocaína del mundo.
Esos son los resultados, a que estamos expuestos por los permanentes dardos del presidente Petro contra el primer mandatario norteamericano, que durante los últimos días se han vuelto de grueso calibre. Lo preocupante es que las familias colombianas son las más afectadas, que pueden ser las más afectada por las decisiones que se tomen en el contexto del complejo panorama bilateral. Ese epíteto que le hiciera al ejecutivo colombiano, de ser “el líder del narcotráfico que incentiva la producción masiva de drogas”, lo deja en el epicentro de ser sujeto en el mediano plazo, de procesos judiciales en los despachos de los Estados Unidos. Con ellos no se juega. Más diplomacia.
